lunes, 1 de octubre de 2018

Editorial

Estudiar la fiesta patronal es una bella y apasionante experiencia. Nos acerca al espacio reservado a la expresión de valores y sentimientos, a la celebración y sobre todo a la tradición y el pasado.

La fiesta patronal es un conjunto de solemnidades con que un pueblo celebra anualmente la fecha de su santo patrono, que incluye actos religiosos y paganos, como la procesión de la imagen en la bajada de los arcos, festivales, bailes, etc., Es una tradición ancestral originada en los rituales religiosos prehispánicos, que vienen a fortalecerse con la herencia de la cultura española.

Estas fiestas responden a una necesidad profunda de los pueblos por expresar sus manifestaciones religiosas y la alegría de la gente con su sentimiento de acercamientos al mundo espiritual. Es una actitud de unión al Ser Supremo, a los santos y a los hechos religiosos de permanente vigencia y que se recuerdan en días especiales, que se convierten en fiestas y romerías. Fue una forma de evangelización al mezclar rituales indígenas con prácticas religiosas, de tal forma que las ofrendas que se hacían a los ídolos ahora se ofrecen a Dios.

En el caso de la festividad de San Jerónimo, aunque hay polémica sobre el origen o la fecha de inicio de esta festividad, lo cierto es que es muy antigua; sea en 1684 o 1702, es una fiesta que permanece, convirtiéndose en un espacio de alegría y fiesta que nos da identidad, elemento importante de la vida de una comunidad.

Con el transcurrir de los años se le fueron agregando actividades paganas como los bailes, disfraces o alfombras, hasta convertirse en un mosaico de expresiones culturales de todo tipo. Actualmente en Coatepec hay tres programas, de alguna manera coordinados, que ofrecen a propios y visitantes, toda una diversidad de actividades: se tiene el de la iglesia; el del Ayuntamiento, con su Festival Internacional y orquídeas; y el del pueblo que se realiza en los barrios.

Las fiestas conectan a las personas entre sí, une grupos humanos diversos, es también memoria e historia, genera recuerdos comunes y esperanzas colectivas, afirma valores y sirve para exorcizar el futuro de elementos mágicos.

Un pueblo que las celebra tiene capacidad de asimilar los acontecimientos y avanzar confiadamente hacia el futuro. Un grupo humano que ha perdido la fuerza de sus rituales carece de pasado, presente y futuro, ha perdido su contexto y su referencia. 

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