Cumbre del Pico, debut y despedida.-
El aspecto financiero de una expedición tiene varios rostros. El entusiasmo delirante del alpinista que desea hacerse de un nombre escalando en el extranjero, es vital, más no determinante, puros sueños guajiros.
Hay proyectos, hasta ciertos puntos sencillos: Andes peruanos, bolivianos, ecuatorianos, chilenos; cuyo soporte económico aun en estos tiempos de la depreciación violenta de nuestra moneda, no dejan de ser accesibles. Montañas con una respetable ruta técnica y demanda física. Calculo en estos momentos que con 40 mil pesos de hoy, sobran ofertas de montaña en Sudamérica, incluyendo el transporte aéreo.
Alguien recientemente me preguntó, cómo le hice en su momento para financiarme mis salidas al extranjero. Recordé que, considerando mi condición de montañista aficionado, jamás conté con apoyos de firmas comerciales o de patrocinadores, había que molestar hasta las tías políticas para poderse completar. Mismas que al ver que se aparecía uno por su casa cada par de semanas -pero Santas- luego se imaginaban por dónde iba el asunto de la inesperada visita.
Le comentaba a este amigo que tuve la suerte de contar, aparte de mis ahorros, siempre con mis padres, hermanas, hasta con mis hijos, gracias a ellos pude viajar a Sudamérica y también en una ocasión con José Luis Molina Martínez, el entonces gobernador de Veracruz, Miguel Alemán, nos proporcionó los boletos de avión a Quito. Todos fueron proyectos simples, comparados con una expedición al Himalaya.
A los alpinistas locales les aconsejaría voltear hacia la amplia oferta que en materia de montañismo ofrece Sudamérica. Todo se daba, no creo que haya cambiado mucho esto, en la medida en que se contacte de manera directa con las muchas agencias de países del cono sur, donde agencias profesionales, ofrecen servicios completos para subir una montaña.
Con sus excepciones, como Aconcagua de Argentina y Huascarán de Perú, donde la logística de ascenso es más compleja. Recuerdo que en aquellos años platiqué con un alpinista local, le presté mis crampones incluso, subió con éxito el Pico de Orizaba; se veía ansioso por trascender y me hizo los mismos cuestionamientos.
Cuando le expliqué mis vivencias y lo que había gastado, se quedó asombrado, ya que cuando se piensa en hacer montañismo internacional, se piensa también en cantidades estratosféricas, pero no se toma uno ni siquiera la molestia de investigar costos. El alpinista en mención, solo fue entusiasmo explosivo, jamás y nunca volví a saber de él, pero su desbordado entusiasmo me impresionó. Tuve la seguridad de que haría algo importante como montañista, que estaba frente a mí un potencial alpinista profesional, y que mis palabras serian un grano de arena en su trayectoria deportiva. En mi ego natural, me sentí parte de sus futuros éxitos.
Desear es lo mas simple del mundo, pero realizar un anhelo, es lo verdaderamente complicado y jamás juzgué mal a este muchacho, su fugaz trayectoria de montañista tuvo un final un tanto dramático. Cuando hizo cumbre en el Pico, lo conecté con amigos periodistas quienes le dieron difusión a su triunfo. Pero se puso un cuete de pronóstico reservado; de madrugada se estrelló contra una casa, de milagro no se mató; su carro quedó reducido a chatarra, salió en la nota roja, robando cámara y por mucho. Afortunadamente salió ileso, después de esto se desapareció, mis amigos periodistas deportivos lo borraron de inmediato. No quisieron volver a saber del des madrugado montañista. Una reacción natural. Fue debut y despedida.
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