martes, 2 de abril de 2019

DESDE EL AULA - Por: Prof. Julio Hernández Ramírez


Pasé a saludarlo un día acompañado de mi hijo. Tenía en exhibición un bonito cinturón de piel, producto de un trabajo artesanal; mi vástago lo mira con admiración. ¿Te gusta? le dijo él. Sí, está padre, contestó.  “Pruébatelo”. Le quedó a la medida. “Es tuyo, te lo regalo”, fue su comentario.

Camino a casa, ya con el cinturón ceñido a la cintura se rompe el silencio cuando expresa: “Pa, es buena onda el señor y se ve que es un tigre. Es un hombre bueno, le dije. Me gusta platicar con él, de cuando en cuando paso a saludarlo en su establecimiento de elaboración y venta de artículos de piel. Me parece que es un hombre cabal, tiene un fino y agudo sentido del humor, platicar con él me resulta un deleite, es poseedor de un extenso anecdotario. Cuenta con emoción que en una visita a su casa del entonces gobernado don Rafael Hernández Ochoa, cuando los candidatos del partido oficial tenían el triunfo asegurado, le dijo: “Estoy platicando con quien va a ser presidente municipal”. Señor, creí que era su amigo, no tengo interés en la política, pero se quién puede ser, y lo fue, su tocayo.

Aficionado a la fiesta brava, porque sabe ser amigo tiene muchos amigos. Hombre tenaz, con legítimo orgullo y gallardía conserva la tradición y el prestigio construido por su padre mediante un trabajo realizado con la emoción de un artista, más reconocido por extraños que por los propios. La calidad de su trabajo le mereció la admiración de personajes del espectáculo y la política. A veces, la confirmación de la sentencia de que “nadie es profeta en su tierra”, le genera sentimientos, la nostalgia domina su semblante y su mirada se torna húmeda; es solo un momento el que permanece pensativo, pues mientras desliza los dedos por su abundante y recortado mostacho, suelta el comentario agudo, oportuno e inteligente, que arranca la risa espontanea de quienes se encuentran ahí en una feliz coincidencia.

El que mantenga por gratitud y reconocimiento a los esfuerzos y talento de su progenitor y con un legítimo orgullo de familia, una tradición que persiste en un contexto de competencia desleal, es uno más de sus méritos que lo muestra como lo que es: un hombre congruente y de principios.

Me siento muy honrado con su amistad, hay reciprocidad. Rara vez lo encuentro solo, siempre tiene alguien con quien charlar, por algo será. Tiene nombre de emperador romano y como apodo, el felino con el que es conocido su establecimiento donde labora artículos de piel de alta calidad.

Un abrazo para el amigo.

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