La fiesta patronal de agosto, que se celebra a la “Asunción de la Virgen” está en puerta. Es una celebración que creyentes y no creyentes disfrutan desde tiempos lejanos.
A lo largo de los años, la fiesta ha tenido diferentes matices, y son cada vez menos las personas que recuerdan los bailes en la explanada, donde Don Noé tenía su carnicería en el mercado municipal, al lado de la cancha municipal donde ahora es el salón social, a un costado de los juegos, donde está la plaza de artesanías.
Los jóvenes ya no saben de ir a un baile sin bocinas; cuando antes, se disfrutaban las orquestas en vivo, se bailaba y disfrutaba al son de violín.
También se había creado la figura de las “reinas de la fiesta”, la cual hacía competir a los barrios para apoyar a su candidata, de tal modo que el dinero recaudado se utilizaba para el mejoramiento de áreas comunes para la población, por ejemplo, cuando los juegos eran de madera. Esto era posible gracias a que existían personas como Don Celerino Morales, Abelardo Xilotl, Teófilo Martínez, entre otros, que formaban la H. Junta de Mejoras y se preocupaban en mejorar espacios públicos.
Antes no podían faltar las peleas de gallos y las corridas de toros; eventos que se han suprimido por la visión del maltrato animal y que representa un espectáculo violento. Sin embargo, las carreras de caballos eran emblemáticas, mucha gente aún recuerda “los carriles”, famosos en la región donde se convivía con alegría y se disfrutaba del espectáculo. Desafortunadamente, esta actividad ha perdido fuerza por motivos de inseguridad en el Estado.
También se ha perdido en el tiempo “el torneo de cintas”, que consistía en montar una bicicleta y atinarle a un aro metálico colgando de un listón; esto se realizaba en el tramo que va actualmente entre la plaza de artesanías y el mercado municipal. Eran actividades que unían al pueblo en sana diversión.
Hay dos entes que sí son tradición desde siempre, “los viejos” y “el arco”. Es maravilloso ver la presencia de estos dos íconos en Teocelo en la fiesta; los primeros, con la alegría, el colorido y los trajes, festejando a la patrona que viene en camino; y el segundo, el imponente gigante cargado por mortales, que es colocado, con gran esfuerzo, en la entrada de la parroquia como ofrenda a la virgen.
Y aunque no lo era, se ha ganado su lugar en la historia de Teocelo el famoso concurso de disfraces, gracias a “Memo” Jácome (DEP), que con su iniciativa y esfuerzo, con la ayuda de amigos cercanos, inició este evento que perdura; y que en esta fiesta tiene una modificación que no agrada a la población, con tanto requerimiento para participar, pero que sin duda, todos los presentes disfrutan.
Antes, se tenía respeto por los Santos y por las personas, no se echaban “cuetes” a altas horas de la noche, porque había conciencia colectiva.
Habría que echar más seguido una mirada al pasado, no sólo para recordar lo bello de las fiestas, sino para aprender de ellas todo lo bueno, innovador y emblemático que ha dado vida a nuestro bello Teocelo.
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