La palabra es libre, pero hay que cuidarla.-
La palabra puede ser amorosa o violenta; puede tender puentes o abrir grandes brechas. Puede construir o destruir. Generar ambientes de paz o engendrar profundos enconos, de confrontar o lastimar, acercar o alejar, pero siempre hace falta la palabra sincera, oportuna, directa y asertiva, cuando una relación, del tipo que sea, se ve lastimada por tonterías o mal entendidos o cuando se requiere construir acuerdos, dirimir controversias y superar diferendos, porque al final del día la palabra sigue siendo el mejor instrumento para superar conflictos.
La prudencia en el hablar es virtud de los sabios y los sensatos, previene de situaciones embarazosas y se convierte en una divisa para el respeto y la confianza. De todos se espera recato en la expresión, pero respecto de quienes gobiernan, debe ser una exigencia. Sorprende la frivolidad, el desatino y la arrogancia de la que se hace gala todos los días desde los primeros niveles de gobierno. Para muestra, refiero tres ejemplos:
- Dice el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana: “No caeremos en la tentación de reprimir”. En alusión a la acción de los cuerpos de seguridad cuando son agredidos por grupos de civiles o delincuenciales; por Dios, si se considera que reprimir significa la acción ilegal de la fuerza pública en contra de la población, nadie en su sano juicio puede siquiera sugerir que se reprima. El clamor generalizado consiste en reclamar que se haga valer el estado de derecho, pues de no ser así, todo se reduce a una retórica vacía que se tiende como cortina para ocultar negligencia e ineptitud.
- Dice la Secretaria de Gobernación, en relación a la masacre de policías en Aguililla Michoacán, que eventos de esa naturaleza se dan con recurrencia en diferentes puntos del país (la cita no es textual). Pareciera entonces que siguiere dicha funcionaria que como son hechos que se repiten, entonces tenemos que acostumbrarnos a ellos. Por supuesto que se esperaba, ante la gravedad de los hechos, una explicación diferente, acorde a su alta envestidura. La molestia provocada con tan desafortunada declaración fue de tal intensidad, que la obligó a intentar una justificación a su dislate, alegando que su dicho fue sacado de contexto, pero como reza la sabiduría popular: “Palo dado ni Dios lo quita”.
- Frente a las Reformas en materia fiscal recientemente aprobadas, grupos empresariales adelantan que, en el momento oportuno, interpondrán los recursos que la propia Ley previene, lo que es por demás legítimo, pues resulta de explorado derecho, que toda persona física o moral puede acudir a los tribunales para demandar justicia, haciendo valer las figuras Jurídicas que la propia norma establece. La respuesta presidencial no se hizo esperar, luego de decirles que pareciera que están a favor de la evasión y la facturación falsa, les pide que actúen con rectitud y honestidad. Ante tal expresión, lo primero que habría que dilucidar es, si actuar con rectitud consiste en plegarse con docilidad y dogmáticamente a los dictados del gobernante, para luego preguntarnos si interponer una defensa legal dentro de los extremos del marco normativo en vigor equivale a un acto de deshonestidad, pues de ser así, se tendrá que aceptar que se sigue una ruta equivocada.
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