DESDE LA FINCA
Festividades y buena suerte.- ¿Cómo te fue en la fiesta de Teocelo, abuelo? Pregunta uno de los jóvenes cortadores que en medio del surco mueve las manos hábilmente para que solo los granos rojos caigan dentro del tenate. El viejo cortador, además de realizar el corte del café con elegancia y morigeración, cuidando que no se desgajen las ramas, también checa que los demás cuiden de las matas, pues todavía les quedarán granos verdes para una posterior repasada. Entre el ruido de las ramas y la humedad de las hojas, el vetusto ochentón de las laderas, curtido por el rocío invernal y por la humedad del tiempo, sin dejar de mover los enjutos pero diestros dedos, le contesta: “Muy ben, aunque ya no es lo que era antes. A mí me tocaron las corridas de toros que se hacían donde ahora es el kínder. Recuerdo a mis compas don Isaac Martínez y don Daniel Flores, que fueron los que instituyeron esta festividad de Santo Entierro el último domingo de enero, cuando la cosecha está en su apogeo, fue allá por los años cuarentas. Esas eran fiestas. Yo era muy chamaco pero mi papá me llevaba a las comidas que se amenizaban con pasos dobles. Hoy se conserva la tradición, como el Arco, que es la ofrenda floral que el pueblo frece a su santo patrón. Muchos disfraces y algarabía. Son tradiciones de nuestra región que hay que conservar. Mañana nos vamos a Cosautlán también a celebrar a la Candelaria”… Llega la hora de hacer la pausa del bastimento y como es costumbre se reúnen alrededor de la lumbre que ya está lista. Se platica de la inseguridad, que cada vez está más grave; del clima que, si bien ha hecho frío, ya no es como antes que la neblina blanca hacía presencia por semanas y que no se podía salir a cortar. “Ahora pasan las cuatro estaciones en un día”, se comenta con cierta preocupación. Pero el tema inevitable que se oye en el viejo radio que se escucha ronco en las laderas es, sin duda, la rifa del avión. ¿Cómo la ves venerable maestro, qué tal si te lo sacas? Es la pregunta que todo mundo se hace en tono de chascarrillo, tomándolo más a broma de mal gusto que en serio. “Pos p’al que se lo saque será su sentencia de muerte”, responde seco el aludido... El silencio reina en el medio día y nadie se atreve a preguntar el por qué. Entendiendo el silencio, el viejo taumaturgo de las cañadas, conocedor de los azares, las cábalas y la fortuna, en lo que se calienta su taco de gasparitos con huevo, explica: “Vamos a suponer que tú Marcial, haces un esfuerzo y compras un cachito de la lotería y la suerte te favorece y tu número sale premiado. Pero el vigésimo tiene 20 cachitos, así que se lo van a sacar 20 personas, o 10, o las que quieras. Tendrán que ponerse de acuerdo, para vender el avión, pues ni modo de traérselo pa’ la casa. Pero como el presidente, con eso de la transparencia va a dar a conocer que fue real y que hay ganadores, y quiénes son, desde ese momento estarás en la mira de ladrones, delincuentes, estafadores, criminales, narcos, bandidos y políticos de los que serás blanco fácil, solo porque la suerte te favoreció. Dios te libre.” Todos guardaron silencio y muchos hasta dejaron de masticar, pues como siempre, la razón le asiste al longevo filósofo que disfruta complacido de una memela y divertido al ver las expresiones de sorpresa de los asombrados cortadores. “Creíamos que era broma, pero ahora estamos convencidos de que es una patraña pa’ distraer a la gente del nulo crecimiento económico, de los graves problemas que hay en el sector salud con la falta de medicamentos y del imparable aumento de la delincuencia en todo el país, además de la falta de empleo y de obras de infraestructura”... Mejor cambiaron de tema, porque lo que inicialmente les causaba risa, ahora lo ven con extrema preocupación. “¿A qué horas nos vamos pa’ Cosautlán compa’, hay que ir a la cabalgata y a echarse un ‘cosauteco’ pa’ que no hagan daño los tamales…”
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