martes, 4 de febrero de 2020

EDITORIAL



El 5 de febrero de 1917, en Querétaro, Venustiano Carranza promulgó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En este gran documento quedaban plasmados los ideales del movimiento revolucionario, como los derechos de los ciudadanos libres, las demandas laborales de los obreros, la defensa de la tierra para los campesinos, los derechos y obligaciones de las autoridades públicas, los fundamentos de los derechos humanos y todas las condiciones necesarias para garantizar un país libre y soberano. La Constitución es el documento fundamental de un Estado, en el cual se determina el régimen básico de derechos y libertades de los ciudadanos, de los poderes y de las instituciones.

Aun con defectos, como toda acción humana, la Constitución no es la excepción, como bien lo señaló un tratadista alemán: “la característica quizá más relevante de una buena Ley Fundamental no es precisamente su perfección sino su brevedad; pero ha de contener lo mínimo y a la vez lo verdaderamente sustantivo en relación con la organización y funcionamiento de un Estado moderno”. Por otra parte, el jurista Miguel Carbonell señala que “el fin de toda Constitución es crear el soporte jurídico de la nación y sostener la concepción del pueblo, de su sociedad, de su cultura, así como su forma de gobierno, régimen e instituciones”.

En la historia de nuestro país hemos tenido varias constituciones, las dos últimas fueron aceptadas y promulgadas, un 5 de febrero, la primera en 1857 y la última en 1917, por lo cual fue declarado como el Día de la Constitución Mexicana. A la fecha nos rige la de 1917, la cual fue el resultado de las reformas realizadas a la de 1857, que incorporó artículos de los ideales de la Revolución Mexicana. Es fruto de una coyuntura histórica y su conformación es el resultado de una continua lucha ideológica, para proporcionar una mejor opción para el desarrollo social armónico.

Cabe recordar que el constitucionalismo mexicano se desarrolló en las tres etapas fundacionales de la historia de México: Independencia, Reforma y Revolución. En ese proceso se elaboraron seis constituciones, las cuales correspondían a distintos proyectos de nación. En cambio, a lo largo del siglo XX, y a inicios del XXI, sólo una Constitución ha regido la vida del país, la cual continúa vigente. Durante su vigencia de 103 años, nuestra Carta Magna ha tenido diversas modificaciones. México al ser un país federal, cada entidad federativa tiene una constitución propia.

El problema de nuestro marco constitucional no es su contenido, sino la falta de disposición para cumplirlo. Los grandes problemas del país se deben a la falta de respeto a la Constitución por los ciudadanos y por el gobierno. Sin embargo, la Carta Magna, pese a su falta de cumplimiento, alcanza a generar un sentimiento de orgullo, admiración y patriotismo entre toda la población. Además, ha logrado mantener un permanente orden y respeto en la convivencia social y en el desarrollo.


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