Los registros sobre la baja de casos delictivos en el estado no cuadran. Los datos aportados por las secretarías de la Defensa Nacional, Marina Armada, Seguridad y Protección Ciudadana, de la Guardia Nacional y de la Agencia Nacional de Inteligencia, distan mucho de las cifras facilitadas por la secretaría de Seguridad Pública (Ssp) y de la Fiscalía General del Estado de Veracruz.
El único punto de contrapeso es el relativo al aumento de la incidencia delictiva en muertes y desaparición de civiles. Si a estos dos bloques los cotejamos con el seguimiento de hechos similares divulgados en medios de comunicación impresos, radiales, televisivos, de internet y en redes sociales, los datos se disparan.
El secretariado ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se nutre de la información proporcionada por las secretarías o direcciones de Seguridad Pública, de las Procuradurías de Justicia o Fiscalías Generales de los Estados. Aquí es donde se detecta cierta manipulación de números por parte de las instituciones responsables en las entidades federativas, de las cuales forma parte Veracruz.
Las dependencias del gobierno federal son mucho más precisas en cuanto al reporte puntual de sucesos delictivos registrados en el país. En lo concerniente a Veracruz, la presencia de la Guardia Nacional no ha logrado intimidar en lo mínimo las acciones de los cárteles del narcotráfico, delincuencia organizada y bandas regionales, que operan con amplio margen de libertad en los 212 municipios.
En base al número de organismos de seguridad e inteligencia del gobierno federal, el nivel de criminalidad y desapariciones aumenta; pero de acuerdo a referencias de entidades federativas, desciende. Esto significa que una de las dos fuentes adultera con premeditación, alevosía y ventaja los reportes oficiales emitidos por las agencias del ministerio público o fiscalías regionales, con la falsa intención de sembrar un clima de tranquilidad social que está demasiado lejos de existir. Lo único cierto es que en Veracruz asesinan en promedio diez personas diarias y a nivel nacional alrededor de cien, entre mujeres, hombres, niños, etc.
La delincuencia organizada abrió frente de guerra contra las fuerzas armadas y civiles del estado y del país con resultados favorables a los primeros. Ni elementos de la Policía Municipal ni efectivos de la Secretaría de Seguridad Pública, reúnen el perfil de enemigos y en cambio encajan bastante bien como víctimas permanentes. ¿Para qué invertir tantos millones de pesos en el supuesto fortalecimiento de seguridad pública con resultados cada vez más disminuidos?
Alguien intenta engañar al presidente Andrés Manuel López Obrador sobre avances en la pacificación, pero los adictos a hojear medios impresos y electrónicos, consultar cámaras empresariales, asociaciones de industriales, sindicatos, asociaciones religiosas, organizaciones no gubernamentales, círculos académicos, asociaciones civiles y partidos políticos, tienen otros datos mucho más preocupantes para la estabilidad económica del estado y del país. Lo único auténtico al ciento por ciento es que en Veracruz nadie está seguro, y como dijera el jefe del ejecutivo federal, eso no sólo “calienta”, sino además, hace hervir la sangre de la impotencia.
La inseguridad no acabará con la compra de armas sofisticadas, con la suma de uniformados castrenses o civiles, o ampliación de presupuestos, sino con la búsqueda de acercamiento para el inicio de diálogos con líderes de la delincuencia, que conduzcan a la paz duradera y no temporal. Dejemos de pensar, es el momento de actuar por el bien de todos y de cada uno de los que formamos la gran familia veracruzana y del país. Punto.
carlos.lucioacosta@rocketmail.com
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