lunes, 9 de marzo de 2020

DESDE EL AULA



En el marco del Día Internacional de la Mujer, justo es recordar con reconocimiento y afecto a una mujer excepcional que durante décadas consagró buena parte de su vida a una lucha firme y sostenida por lograr para las mujeres trabajadoras del ramo educativo, un trato digno y de respeto; pero sobre todo en condiciones de igualdad con relación al hombre: la profesora Acela Servín Murrieta.

En charla reciente con el Secretario General del sindicato Estatal de Trabajadores al Servicio de la Educación (SETSE), un amigo en común, político profesional y gran conocedor de los temas que interesan a los veracruzanos, luego de afirmar que en lo general, los maestros y maestras afiliados a este organismo sindical, tiene un perfil que los distingue para bien, pregunta sobre las causas determinantes para que así suceda. Tras una breve reflexión expreso que a mi entender, la causa principal fue la continuidad y lo genuino del liderazgo que la maestra ejerció desde la fundación del sindicato hasta su último momento. Hubo coincidencia en la apreciación.

Fue una mujer entregada al trabajo; su actividad no estaba sujeta a horarios. Las personas la buscaban para exponerles sus problemas y aspiraciones y habiendo audiencia, no importaba que se llegara la hora de comer o la madrugada, su jornada terminaba con la atención a la última persona. Cuando ella decía sí, uno se quedaba en la confianza y en la convicción de que así sería. Ello le valió consolidar un liderazgo que rebasó en mucho la mera representación, lo suyo era la empatía, el compromiso y la interlocución.

Dos fundamentos destacaban en su discurso sostenido de manera permanente: el llamado a trabajar con responsabilidad para ofrecer un servicio de calidad en bien de la educación de la niñez y la juventud –no le temblaba la voz para reprender a ”los flojos”, pero luego solía decir: “Quien me hable con la verdad, nunca lo dejo colgado de la brocha”-; y la lucha pionera precursora y visionaria en favor de las mujeres. Se adelantó a su tiempo. Le indignaba que se les pidieran favores para que le fuera reconocido un derecho o recibieran un trato diferente por el hecho de ser mujer. Reaccionaba con energía a cualquier tipo de abuso cometido contra ellas. Siempre recordaba que el SETSE se había fundado para defender a las mujeres trabajadoras de los abusos y el acoso de autoridades oficiales y sindicales.

Muchas son las anécdotas y las historias que giran en torno a un personaje extraordinario. Los claroscuros son inevitables. Habrá quienes encuentren regocijo en la memoria de lo gris, en lo personal prefiero quedarme con la luz de un sentimiento de gratitud que no admite la rémora de personas que con manifiesta intención de perversidad y abuso, generaron circunstancias que pudieran empañar una trayectoria transparente y de trabajo.

Felicidades a todas las mujeres en su día y en todos los días…

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