El que la dama, que no quiere verse primera, pero que se comporta como tal, tenga la osadía de emularse con la heroína Leona Vicario, es una aberración, una soberbia supina y una arrogancia sin parangón. Seguramente, algunos estudiosos de la historia patria, deben estar muertos de la risa y otros estarán francamente enfadados.
La mera pretensión de justificar la presunta transferencia de recursos públicos y el otorgamiento de “aportaciones voluntarias” para financiar al “movimiento” de MORENA, trayendo a tiempo presente la actitud valiente y la generosidad de doña Leona Vicario, en apoyo a la causa de la independencia de México, ofende a la inteligencia más elemental.
Olvida la señora, siendo historiadora, el contexto histórico, olvida que México como tal, no existía, olvida que si la heroína desde la clandestinidad, como ahora se pretende, hacía aportaciones a una causa noble, estas eran con recursos propios y no públicos; pasa por alto que su motivación no es una causa, es más bien una ambición desmedida por el poder. Soslaya la primera dama, aunque finja no querer serlo, el marco legal, la existencia de instituciones, que mucho han costado al país, para regular tanto al financiamiento público como privado, no a “causas”, ni “movimientos”, sino a Partidos Políticos constituidos conforme a un marco de derecho.
Más lamentable aún resulta la percepción de que en su actitud y decir, subyace la obsesión de fijar en el imaginario colectivo, que su esposo, el Presidente, comparte las virtudes de los héroes Nacionales conforme a la narrativa oficial; nada más lejos de la verdad, pues tanto en la gesta por la Independencia, como en la Reforma, la Revolución y en el México post revolucionario, los protagonistas eran hombres congruentes, con alturas de miras, con una acendrada vocación de hombres de Estado, los cuales en su actuar y decir, no hubo mezquindad ni hipocresías, mucho menos incongruencias. Hoy, tenemos al frente de las Instituciones Republicanas a un truhan de la Política que amenaza con hacerle al país un daño irreversible por la ineptitud y falta de oficio para gobernar.
Por desgracia, hoy, muchos aplauden hasta la irracionalidad a la sinrazón.
Para llorar el delicado tema de la educación y el grave deterioro del Estado de derecho y a la cultura de la legalidad, pero como dijera la tía, esa es otra historia. Habrá tiempo, eso espero, de reflexionar sobre ello.
P.D. Tras bambalinas, y en mutismo público, puede verse… o no verse… mejor.
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