lunes, 7 de diciembre de 2020

DESDE EL AULA - Profesor: Julio Hernández Ramírez

“Una sonora, no carcajada… bofetada”


En esta ocasión me abstengo de emitir juicio alguno y me limito a la mera descripción. Sucedió en Rosarito, Baja California durante la reciente gira presidencial; estando el presidente en su camioneta, se le presenta una angustiada mujer mostrando una pancarta con la imagen de su menor hijo enfermo de cáncer, reclamando la falta de medicamentos para el debido tratamiento de tan terrible mal. Uno de los asistentes de mandatario, que ahora se sabe se llama Abraham, retira a la mujer y ésta en su impotencia y desesperación le asesta una sonora bofetada.


Posterior a este bochornoso suceso, pletórico de mensajes y significados, el presidente se refiere a él, afirmando que Abraham, su asistente, es un profesional, un analista político, un filosofo del análisis, que estoico permaneció impávido ante la agresión de la iracunda mujer (la cita es parafraseada), la cual es una conservadora y que los conservadores son violentos. Ninguna consideración ante el dolor de una madre que mira  languidecer  a su hijo por la letal enfermedad.


Tal vez, el “eficiente” asistente, pudo acercarse a la madre  para decirle por ejemplo: Señora ¿Qué se le ofrece? ¿Trae usted algún escrito para entregar al señor Presidente?. Deme su número de teléfono para comunicarnos con usted, pero no, de nuevo la polarización, la división de los mexicanos, la imposición de un criterio maniqueista tan estéril como inútil.




Una disculpa anticipada


Adelanto una disculpa por reiterar en el tema de la pandemia. No está en mi ánimo la obsesión, pero sí el modesto propósito de hacer conciencia. Aun cuando, conforme a la narrativa del informe presidencial -por cierto, curiosa la utilización de los verbos en pretérito-, la crisis sanitaria se va superando gracias a un tratamiento eficaz siguiendo una metodología no convencional, lo cierto es que la realidad demuestra lo contrario. Expertos internacionales señalan que México es el peor país para vivir la pandemia, pues el índice de letalidad es de los más altos mientras que la aplicación de las pruebas es de las más bajas, además, de actualizar una apología que desdeña el uso del cubrebocas y las medidas de prevención. Ante ello nos queda como ciudadanos responsables cuidarnos para cuidar a los demás.


Sin aviso, toma por asalto a mi mente, la idea de recomendar una alimentación sana, la tentación sucumbe ante la reflexión que lleva reconocer una realidad que lacera; hay muchas familias que sufren todos los días para llevar comida a su mesa, para ellas la sugerencia de una alimentación sana, es un insulto. Abro un paréntesis para llamar la atención sobre un peligro que asecha y que de ninguna manera representa una exageración: si México no cambia el rumbo que hoy, parece tener trazado, en pleno siglo XXI se estará sufriendo la catástrofe de una crisis alimentaria y ahí sí, primero los pobres.


De regreso al tema y no obstante lo expuesto, como personas conscientes podemos reforzar hábitos de higiene, evitar el sedentarismo, guardar la sana distancia, alejarnos de los conglomerados, usar regular y adecuadamente el cubrebocas, procurar una actitud positiva, ser agradecidos, orar y ayudarnos para que la providencia nos ayude, según reza la sabiduría popular.


No lo olvide. La clave esta en el XXI. El tiempo es ahora. Todo en la vida requiere armonía, equilibrio, y contrapesos que atemperen.




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