Las cuentas del Rosario…
Pienso en las cuentas del rosario de mi vida. Correr una de ellas, implica operaciones de suma y resta, suma a lo acumulado, a lo ido, a lo irrecuperable… a lo sin remedio; resta a lo que se espera, a lo que se añora, a lo que se quiere. Sigo pensando, si el tiempo es el bien más valioso de que dispongo, si realmente soy consiente de ello, entonces tendría que aprovecharlo de manera inteligente y no perderlo en el ocio, en la frivolidad y en el afán vano. Pienso y me estremezco en la reflexión sobre la fugacidad del tiempo, pasa tan aprisa que apenas me doy cuenta y luego me repito a mi mismo con asombro: pero si parece que apenas fue ayer. Sí, parece que apenas fue ayer cuando mis maestros en la primaria repetían como si fuera un dogma que de cada día debían utilizarse ocho horas para trabajar o estudiar, ocho para la recreación y el ocio y ocho para dormir. Me parece que en la vorágine de la vida actual tal distribución se reduce a un simplismo inadmisible, sin embargo establecer un catalogo de prioridades a la luz de tal propuesta, sería útil.
Una mujer extraordinaria
Debe estar entrando a los setenta años, bajita y morena, siempre alegre, su risa es sencillamente contagiosa, guardo fresco en mi memoria el recuerdo de una anécdota en mi adolescencia, que hoy me parece divertida, pero que en el momento me lleno de rubor, ella por supuesto, riendo. Muy joven se juntó con un “buen partido”, no funcionó pero le dejó un hijo que heredó su afición por el trabajo. En una nueva experiencia se casó con un hombre mayor de cuya relación queda una hija. Ya tengo el par, expresa con orgullo.
Ese remolino de recuerdos se hace presente porque hace algunos días llamó a mi puerta para pedir corte, refiriéndose a la pisca del café. La veo con su morral con el lonche, su tenate de palma y su botella de agua. Luego apurada en una comunión con los tallos cubiertos del aromático, bajo el sol intenso, sudorosa y alegre a ratos entonando a media voz una canción apenas entendible.
Para mi sorpresa, por la tarde la miro con una canasta prendida del brazo ofreciendo pan y dulces de repostería casa por casa, más tarde, al pasar ocasionalmente por la acera de su vivienda percibo un delicioso olor a frijoles fritos, salsa de chile seco y café de olla. Está mujer es incansable me dije a mi mismo. Parece gozar caminando las calles de mi querido pueblo en el que nací por accidente y elijo para vivir.
De chile de sal y de manteca
La disputa por los puestos de elección popular en el proceso ya en desahogo, se encuentra en plena efervescencia. Aspirantes los hay de chile, de sal y de manteca, se apuntan los que ya fueron y hoy su megalomanía les hace creer que en un acto casi de patriotismo, aceptan el sacrificio de regresar. Están los tránsfugas que hoy en un alarde de incongruencia y cinismo denostan al partido que les dio cobijo y oportunidades de desarrollo. No faltan los que buscan la ruta independiente en un afán de aprovechar el rico filón electoral que representan los ciudadanos que han perdido la confianza en los partidos políticos. Todos están en su derecho, su interés es por demás legítimo, aunque tener un principio de realidad es bueno porque previene de frustraciones innecesarias y dolorosas.
El balón esta en la cancha de los ciudadanos. La apuesta es por el voto razonado. Los errores cuestan y muy caro.
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