James Watt nació el 19 de enero de 1736, en Greenock, Renfrewshire, un puerto marítimo en Escocia. A los 14 años descubre el mundo de las matemáticas y a los 17 años comenzó a crear inventos matemáticos hasta que entró en la Universidad de Glasgow, mientras ayudaba a reparar máquinas defectuosas. En uno de los muchos encargos, le trajeron a reparar una máquina de vapor de Newcomen.
Al reparar la máquina de vapor, notó la merma en su rendimiento por la cantidad de vapor que desperdiciaba y buscó la manera de evitar el continuo calentamiento y enfriado del cilindro de pistones. Halló la solución en 1765: un condensador separado que evitaría la constante pérdida de energía. Este fue el primer y más importante de los inventos de Watt.
Con un préstamo de su amigo el científico Joseph Black y en sociedad con John Roebuck, Watt construyó en 1768 el primer modelo de prueba, de lo que un año más tarde patentaría como “Método para disminuir el consumo de vapor y de combustible en máquinas de calor”.
Watt continuó trabajando en Escocia como Inspector de Tierras, hasta que, al arruinarse Roebuck, se asoció con el dueño de las Manufacturas Soho de Birmingham, Matthew Boulton, quien le proporcionó ayuda económica para establecerse en Birmingham y continuó perfeccionando su motor.
A fines del siglo XVIII, Watt y Boulton habían construido e instalado más de quinientas máquinas; lo que proporcionó a Watt beneficios económicos y el respeto de sus contemporáneos. Las máquinas de vapor, con los perfeccionamientos de Watt, adquirieron fama por todo el continente. Posteriormente, se aplicó a las máquinas de ferrocarril y a la industria minera.
Watt originó el término “caballos de fuerza” junto con Boulton, el cual dio nombre a la unidad de potencia eléctrica, watt (vatio, en español).
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