lunes, 15 de febrero de 2021

DESDE EL AULA - Profesor: Julio Hernández Ramírez



La enorme cantidad de información que se recibe a diario es abrumadora. Imposible procesarla toda, difícil resulta discernir la verdad de la mentira, lo útil de lo pernicioso. Lo esencial se oculta tras una infinidad de artificios, la simplicidad ha quedado lejos, muy lejos, casi en el olvido y la vida pasa sin sentirlo ni pensarlo, demasiado ocupados en un trajín frenético por escalar para luego no ver nada y por adquirir materia no siempre necesaria y que sin remedio, se quedará por mas grande que sea el potentado.


Un cúmulo de información llega por asalto, contradictoria e insolente, haciendo creer, engañosamente, que se tiene gran conocimiento, mientras roba la calma, confunde, provoca indiferencia ante una realidad rebelde que permanece impávida ante la necedad de no quererla ver.


Una realidad que duele y, ¿cómo no va  a doler? Son tantos los huérfanos, son tantas las viudas, las familias mutiladas. Lastima imaginar la angustia de una persona en su peregrinar por las calles de cualquier ciudad, en cualquier madrugada, buscando un lugar para la atención de un pariente contagiado sin encontrarlo, y luego retornar a casa solo para verlo morir en la desesperación, entre la impotencia y el coraje. Lastima el cuadro cotidiano de recurrir en busca de medicamentos y no encontrarlos. Denigra la mentira como principio de gobierno, la insolencia que mata, el sarcasmo ante la tragedia, el ufanarse ante la mediocridad,  la letalidad que coloca a nuestro país en un vergonzoso primer lugar en el mundo. Ofende la apología de la indolencia. Entristece ver a México convertido en un motivo de burla internacional.      



***


La disputa por los cargos edilicios siempre es intensa. El hecho de ser la instancia de gobierno mas inmediato a la gente y de ejercer un presupuesto, motiva a los aspirantes y enciende los ánimos ciudadanos, aun cuando no deja de ser una paradoja que siendo el nivel de autoridad que todos los días se encuentra cara a cara con la población, se le asigne presupuestos tan limitados, y el que la actual administración federal les reduzca aun mas los insuficientes recursos financieros, es una contradicción y un atentado al desarrollo de los municipios, aun así, la competencia por las alcaldías, sube de tono.


La proliferación de partidos pulveriza el voto, quien resulte triunfador lo hará con menos sufragios que el histórico. Son muchos los aspirantes, pero pocos los que cuentan con posibilidades reales de ganar, algunos en el arranque se muestran ya desesperados, sin propuesta, recurriendo a la promesa vana, al engaño y a la práctica deleznable de denostar a los otros contendientes. Otros en cambio, zurcen fino, suman hablando claro, se preparan para la eventualidad de asumir una responsabilidad que no es  menor.


Crece el número de aspirantes que se muestra ante un ciudadano escéptico, desconfiado, harto del espectáculo que se presenta en la arena política, pero aun así, la civilidad impone la obligación de votar. Cada persona con derecho a hacerlo decidirá por quien.  Ojala el voto sea razonado, consiente, responsable, para que mas allá de filias y fobias, se elija en función de lo qué conviene a la población. 





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