lunes, 15 de marzo de 2021

Desde la Purísima - Por Rubén Contreras Hernández

Una anécdota de Coatepec.- 



Era yo muy joven, pero recuerdo claramente cuando estaban los baños “Victoria” en la calle Galeana, hoy Constitución; pues eran un símbolo de limpieza y progreso. Su propietario era Don Antonio D. Maldonado. Por aquellos años le dieron mucho realce a Coatepec, pues muchísima gente de casi todas las congregaciones cercanas a Coatepec hacia uso de los servicios que ahí había.


Era un lugar muy limpio y todo estaba en orden, ademas tenían muy buenas atenciones por parte del personal que ahí trabajaba. En ese lugar trabajaba un amigo que le decían el “Cuíncaras”, (perdóname mi estimado pero no recuerdo tu nombre). Don Antonio tenía un camioncito de carga, recuerdo que era un Ford pero lo convirtió en una pipa para el acarreo de agua. Resulta que la pequeña empresa poco a poco se fue hacia abajo, producto de una mala administración de un familiar. Ese fue el motivo para que cerrara sus puertas definitivamente.


Al correr de los años como pasa con los alcaldes y sus guaruras, perdón son colaboradores, nadie sabe cómo llegó la noticia a palacio que Don Antonio debía muchos años de pago de agua, y se quisieron pasar de listos y resolver un problema que a ellos no les correspondida. Fueron a ver a Don Antonio y como era una persona muy educada los recibió con mucha cortesía.


Después de unos minutos de plática con el alcalde, el regidor y el síndico le dicen cuál es el motivo de su visita con el tema del agua, pero Don Antonio era una de esas personas que se las saben de todas, lo tomó con toda la calma que el poseía y les dice que está dispuesto a pagar hasta la última gota de agua. Cuando estas personas salieron de la casa de este honorable señor iban felices y hasta frotándose las manos pues haciendo cuentas era una buena cantidad de dinero que iban a recibir, pero como siempre hay un pero, no era para dejar algo para el municipio era para sus bolsillos, pues ya iban a dejar sus cargos y les urgía cobrar esa cantidad a como diera lugar. Sin embargo, cuando menos lo esperaban llega Don Antonio a Palacio y luego luego les dice: “Vengo a pagar la deuda que tengo con ustedes”, le ofrecieron un café felices de que pagaría lo que debía, a lo que Don Antonio les dice: “Señores no sé cuantos meses me voy a pasar acarreando el agua que les debo, allá abajo tengo la pipa cargada, por favor díganme donde les pongo el agua”. Con esta noticia hasta les cambió el color de la cara al síndico, al regidor y al alcalde.


La vida da muchas vueltas perdónenme la expresión, pero para tres perrillos ratoneros, Don Antonio fue como un dóberman. Adiós deuda y se acabó el problema.

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