Actualmente, dado el surgimiento del virus COVID-19 y los efectos que éste ha tenido sobre la población de la mayor parte de los países del planeta, se utiliza mucho la palabra “pandemia” para referirnos a esta situación.
La intención de esta columna es únicamente aclarar algunos conceptos relativos al estado de cosas que esto ha generado, y que abarcan aspectos no sólo sanitarios, sino también económicos y sociales; pues entrar en detalles técnicos sobre la naturaleza y multiplicación de los virus escapa a los límites de esta columna, cuya intención es, únicamente, la divulgación de temas de interés general.
Por principio es prudente aclarar que los conceptos de salud y enfermedad son en cierto sentido relativos, de tal forma que algunas alergias –que están relacionadas con la genética individual- pueden ser consideradas como molestias menores, pero no enfermedades en sí, y por otro lado nuestro organismo se considera “saludable” bajo ciertos límites y “enfermo” cuando son sobrepasados por patógenos que están presentes permanentemente en el ambiente, y que son combatidos por nuestro sistema inmunológico.
Tenemos así que las enfermedades pueden ser causadas por diversos factores, de donde podemos clasificarlas como hereditarias (como la leucemia o la anemia falciforme), degenerativas (como la diabetes o el Alzheimer), parasitarias (como las infestaciones de lombrices intestinales y tenias) e infecciosas, que son producidas por una diversidad de patógenos (del griego pathos= enfermedad y génesis= origen o nacimiento) y entre estos tenemos a bacterias, hongos, protozoos y virus, principalmente.
De entre estos patógenos los que mayores daños han causado a la salud pública son, en orden de importancia: los protozoos (como el esporozoario Plasmodium, causante del paludismo o malaria), las bacterias (como la Yersinia pestis, causante de la peste negra o bubónica que en la Edad Media acabó con un tercio de la población de Europa) y los virus, que por su enorme capacidad de mutación pueden evolucionar a una gran velocidad y dar origen a cepas nuevas; tal es el caso del VIH, el H1N1 y el coronavirus COVID-19, que surgieron como pandémicos hasta después de la década de los 80’s.
Al llegar a este punto es conveniente aclarar algunos conceptos relativos a estas enfermedades infecciosas, así pues tenemos que se pueden identificar tres grados de peligrosidad en su desarrollo:
- BROTE: Un brote epidémico es una clasificación usada en la epidemiología para denominar la aparición repentina de una enfermedad debida a una infección en un lugar específico y en un momento determinado, como lo ha sido el virus del Ébola en África desde los años 70’s, siguiendo varios rebrotes hasta años recientes.
- EPIDEMIA: Por su parte, se cataloga como epidemia cuando una enfermedad se propaga activamente debido a que el brote se descontrola y se mantiene en el tiempo. De esta forma, aumenta el número de casos en un área geográfica concreta. Un ejemplo de esto lo tenemos en la infestación de mosquitos del género Anopheles en la zona donde se construyó el Canal de Panamá, que produjo una epidemia de paludismo en los obreros que acudían a realizar las obras a inicios del siglo XX.
- PANDEMIA: Para que se declare el estado de pandemia se tienen que cumplir dos criterios: que el brote epidémico afecte a más de un continente y que los casos de cada país ya no sean importados sino provocados por trasmisión comunitaria. En el caso de la actual pandemia se cumplen ambos requisitos, pues se considera que ésta empezó en China y actualmente ha habido muchos casos de infección entre los ciudadanos de otros países, México incluido.
Finalmente, en el caso de todas las enfermedades infecciosas, sea cual sea su origen, vale el antiguo refrán “vale más prevenir que lamentar”.
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