lunes, 15 de marzo de 2021

EDITORIAL

El próximo jueves, 18 de marzo, estaremos celebrando el 83 aniversario de la Expropiación Petrolera, con la que los yacimientos de hidrocarburo existentes en el territorio mexicano, dejaron de ser controlados por empresas extranjeras y pasaron a ser propiedad del Estado. La expropiación realizada por el presidente Lázaro Cárdenas, es un acontecimiento que redirigió el rumbo del país en términos económicos y sociales, además de que propició las condiciones para la fundación de Pemex. Esta fecha, por alguna razón, casi ha sido borrada del calendario cívico.

Inicia con el hartazgo de los trabajadores mexicanos que eran explotados y sometidos a condiciones laborales deplorables por las empresas petroleras, en su mayoría estadounidenses y europeas. Por lo que, en 1935, se conformó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), con el apoyo del gobierno de Lázaro Cárdenas, para exigir mejoras en las condiciones y prestaciones laborales. Una vez agrupados, los trabajadores presentaron sus quejas y exigencias a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, donde se comprobó que los empresarios contaban con la solvencia económica suficiente para cumplir con lo que el sindicato solicitaba, por lo que se les ordenó atender las demandas.

Los dueños de las empresas rechazaron las indicaciones y recurrieron a la Suprema Corte de la Nación, que también favoreció a los trabajadores. El diálogo se complicó, por lo que el presidente Cárdenas promulgó la Ley de Expropiación, que permitía al gobierno mexicano tomar cualquier propiedad de interés público.

Durante muchos años Pemex se consideró símbolo de la soberanía nacional sobre todo a partir de la década de los 70, cuando fue descubierto el yacimiento de Cantarell, se le atribuyó la capacidad de llevar al país al desarrollo primermundista.

Tristemente la historia moderna registra, al interior de PEMEX, fraudulentas operaciones realizadas por una mega organización delictiva que incluye a altos funcionarios, mandos medios y trabajadores de la misma empresa, a militares, al clero, a empresarios y a políticos que contaban con gasolineras concesionadas e incluso a cárteles delictivos. Todo eso implicó daños al patrimonio nacional por muchos miles de millones de pesos cada año.

Además, las cargas fiscales, la falta de inversión y el abandono oficial que se le dio prácticamente a Pemex las últimas décadas, lo coloca en una situación deplorable. Desde hace varios años ha tenido que enfrentar un nuevo obstáculo: el robo de combustible tanto en ductos, como en instalaciones en tierra y marinas, que han representado pérdidas de muchos millones de pesos anuales. Además de los bajos precios del petróleo a nivel mundial, contratos fantasmas, corrupción y huachicoleo.

Por lo que a la distancia, el acto histórico y heroico del Presidente, Lázaro Cárdenas del Río, ha cambiado completamente con el tiempo.

Actualmente, de la estrategia que adopte el gobierno federal será esencial para tratar de reactivar Pemex. El fracaso no sería un golpe solo para la empresa, tendría un efecto cascada en la economía. Algo que por el bien del país debería evitarse.



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