lunes, 29 de marzo de 2021

EDITORIAL


Este domingo 28 de marzo es el tradicional Domingo de Ramos y con este inicia la Semana Santa o Semana Mayor. Sin embargo, como muchas celebraciones, debido a la pandemia de coronavirus, será diferente. Las autoridades recomiendan mantenerse en casa para evitar contagios. Aun así, estos días representan una oportunidad de convivir en familia y descansar. Los eventos religiosos serán reservados y al interior de la iglesia. Así lo informó el padre.


Los días que comprende la Semana Santa, son fechas diferentes cada año, pues  se establecen a partir de un fenómeno astronómico, que es el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera. 


La Semana Santa, que se celebra desde hace siglos, es un momento ritual en la historia del cristianismo en el que se recrea la pasión y la muerte de Jesús. A través de ese sacrificio, el cristianismo venera el triunfo de la vida sobre la muerte mediante la resurrección. Los primeros misioneros en tierras americanas aportaron nuevas expresiones, como las representaciones  teatrales que se amoldaron a las antiguas formas mesoamericanas de festividad religiosa. 


La figura de Jesús de Nazareth, es el origen de distintas doctrinas, filosofías y religiones. Pero los españoles impusieron en América una versión mitificada y reducida de su obra, ocultando el profundo simbolismo y las amplias enseñanzas que Jesús profesó y que la misma iglesia se ha encargado de ocultar con dogmas. Tal vez para evitar que los seguidores alcancen la auto-realización íntima del Ser y también para contar con un instrumento de sumisión. 


Las grandes religiones universales surgieron a partir de las doctrinas antiguas que, se dice, tuvieron su origen en el antiguo Egipto. Se pueden clasificar en dos grandes cauces: en Oriente se establecen las religiones místicas, hinduismo y budismo;  y en Medio Oriente se fundan las religiones de tipo profético cuyo principal basamento es el judaísmo, de la que proceden el cristianismo y el Islam. 


Desde las religiones antiguas, los grandes dioses solares tienen una equiparación extraordinaria con Jesucristo y el mensaje que envía esta fiesta es el mismo para la conciencia humana. El sol da toda su energía para que la naturaleza salga de su letargo, o muerte aparente (invierno), y resucite o se renueve con todo su esplendor. Ahí está contenido el simbolismo profundo, místico, religioso y esotérico de la Semana Santa, donde el Cristo se sacrifica, muere y resucita, para con ello convertirse en una fuerza universal inextinguible que seguirá animando a todo el que crea en ella y también al que sea capaz de asimilarla.


Tradicionalmente nos enseñaron que estas fiestas son para reflexionar, hacer penitencia, de la importancia del  perdón, arrepentimiento, culpa, sufrimiento y de la renovación de nuestras acciones y sus alcances con los demás.


Lo cierto es que hay que aprender de los ejemplos profundos que nos dejó el Gran Maestro, como son el del trabajo, el servicio y sobre todo el amor. Este último es el elemento fundamental de todo el simbolismo pues nos muestra el camino de la Luz.




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