Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Y el rey clama: “¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!…
El Señor se va a enojar”.
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
muy sonriente el Buen Jesús.
Y así dice: “En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí”.
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Rubén Darío
Poeta Nicaragüense
Feliz Día del Niño
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