lunes, 7 de junio de 2021

Cerca del Cielo - José Ramón Flores Viveros.

Construye tu Everest.- 

II y última parte.




Todo estaba bien para mí, hasta que recordaba algún compromiso social, era la nube negra que empañaba mis días soleados. Lo que menos deseaba, estando en estas reuniones, era que se mencionara mi nombre, o que alguien me pidiera dar una opinión. Muchas de las veces fui objeto de risas de burla, porque mi problema de timidez era más que evidente. Las veces que me vi obligado a hablar, aunque aclaro, que no hablaba, balbuceaba, lo que el diafragma pulmonar, agitado y con el escaso oxígeno que me quedaba, me permitía expresar, que eran siempre una sarta de incoherencias e incongruencias.


Tengo muy presente la primera vez que fui invitado a estar en un programa en la televisión, fue en DeporCuatro, que lo conducía el exfutbolista profesional de Alto Lucero, Miguel Ángel Viveros. Esta entrevista fue posible por la intervención de José Luis Yáñez, hace más de 20 años. Recuerdo que llegué aterrorizado, contando los instantes que faltaban para salir a cuadro, como un auténtico condenado a muerte. Aunque con mucha modestia, afirmo que son situaciones que me encanta enfrentar, que me gusta superar, y pasado los primeros instantes de tensión, en las que evidencio mi temor, afortunadamente consigo convertir esta ansiedad en energía, conforme comienzo a hablar. Es como el estallido de juegos artificiales, y ya no puedo parar.


No sería el indicado para decir si lo he hecho bien o mal, esto lo tendrían que decir quienes me hayan visto. Pero ha sido algo que disfruto de verdad. También disfruto el no rehuir a entrevistas, además debo reconocer también con mucha pena, que tengo un ego del tamaño del mundo. Me gusta tener mis 7 minutos de fama. No puedo negarlo. Recientemente Martín Quitano me hizo una entrevista en su canal de YouTube, donde volví a experimentar la adrenalina de estar ante una cámara; me gusta seguir experimentando esta sensación. También existen cosas que jamás me atrevería a hacer, como subirme a la montaña rusa o arrojarme desde las alturas en paracaídas. Aunque me pagaran por hacerlo, no lo haría, de verdad honestamente lo digo. Como dice Torres Nava, cada quien construye su propio Everest, y se lanza en su conquista.


Le doy gracias a Dios y a la vida por permitirme romper esos grilletes emocionales, poder mostrarme como soy, y como pienso, de manera pública. Dejar de ser un fugitivo de mis propios miedos y prejuicios.








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