Belisario Domínguez
Por:
Akin Salver
Belisario
Domínguez nació en Comitán, Chiapas, el 25 de abril de 1863, hijo del
comerciante mexicano Cleofás Domínguez y de la señora guatemalteca Pilar
Palencia.
Belisario
estudió medicina en París, donde se graduó en 1890, y publicó un par de
escritos dedicados a su estado natal, así como el periódico quincenal El
Vate, del que sólo aparecieron cuatro números. Se dice que atendía
gratuitamente a los pacientes más pobres que no podían pagar su tratamiento.
Fue senador chiapaneco, notable opositor político del Usurpador
Victoriano Huerta. Fue asesinado por instrucciones de éste, a raíz de un
discurso de oposición a la presidencia de Huerta, la noche del 7 de octubre de
1913.
Según la leyenda, la verdadera razón de la muerte de Don Belisario
Domínguez fue la profusa hemorragia derivada de la mutilación de su lengua por
parte del médico cirujano Aureliano Urrutia, quien habría depositado la lengua
en un frasco para enviársela como trofeo al presidente Huerta, con la leyenda:
“Esta lengua que llamó asesino al general Huerta, no volverá a pronunciar
palabra alguna”.
A
pesar de la fascinación que genera este tipo de leyendas que involucran a
personajes de la historia, no existen pruebas que confirmen el martirio y la
mutilación de la lengua de don Belisario Domínguez; ni en la autopsia publicada
en los periódicos, ni en las investigaciones policiacas que se llevaron a cabo
posteriormente, se registra que el cadáver le faltara dicho apéndice.
Además,
nadie ha visto dicho frasco con formol donde supuestamente se conservaría la
lengua. En 1931, el doctor José Manuel Puig Casauranc, pariente de don
Belisario, exoneró públicamente al doctor Urrutia de la muerte del mártir
chiapaneco, adjudicando la leyenda al Usurpador, quien a toda pregunta
respondía con la misma muletilla: “Lo hizo Urrutia o pregúntele a Urrutia”.
Sin
duda alguna Belisario Domínguez pasó a la historia como una leyenda de honor,
quien luchó en su tiempo contra un gobierno autoritario, un ejemplo de lucha y
perseverancia revolucionaria, parte importante para el derrocamiento del
usurpador.
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