EDITORIAL
Habiendo
iniciado el proceso electoral el cual contempla, para el primer domingo de
junio de 2018, una jornada electoral con cinco elecciones, donde el ciudadano
podrá emitir su voto para elegir: Presidente de la República, Senadores,
Diputados Federales, Gobernador y Diputados Locales; el ambiente electoral se
dinamiza con distintas actividades de los institutos políticos, de las
respectivas dirigencias nacionales y estatales, pero especialmente de actores
políticos que pretender ser tomados en cuenta para encabezar las candidaturas a
los cargos de elección popular antes mencionados.
Sin
duda los ciudadanos habiendo presenciado y vivido las elecciones de este año
donde se votó por las alcaldías; las de 2016, donde se eligieron gobernador y
diputados locales; y en 2015 cuando se eligieron diputados federales; por un
lado quedaron hartos de campañas, de promesas, descalificaciones, propaganda y
discursos; por otro, saben perfectamente cómo se maneja la designación de
candidatos, los acuerdos en lo oscurito, las alianzas, los amarres, las
simulaciones, las traiciones y la gran cantidad de recursos que se dilapidan en
aras de alcanzar el poder por el poder.
Se
acabó el doctrinaje, ya no existe la filosofía de partidos, ni corrientes
definidas. Ahora es “natural” ver coaliciones absurdas de la extrema izquierda
con la ultraderecha, y lo hacen parecer normal. Los actores cambian de partido
sin importar que hayan obtenido beneficios en uno, le dan la espalda y se pasan
a otro. La militancia, antes caracterizada por la disciplina y la lealtad,
ahora solo se define por apoyar a aquel que ofrece mejores beneficios
económicos o prebendas. Las elecciones están totalmente mercantilizadas. El
hartazgo social es evidente y los partidos sufren un descrédito sin precedente.
Por
eso y otras cosas más, las elecciones del año próximo serán, por mucho, las más
complicadas de la historia reciente, sin hablar de la capacitación y funcines
de los funcionarios de casilla, del conteo de votos, de la confusión que
generará que al votante le den cinco boletas y de que tres de esas elecciones
son federales y dos son locales.
Por
todo eso, será más factible para el votante analizar concienzudamente a la
persona que irá como candidato, independientemente del partido que lo postule.
Habrá que observar su trayectoria política, su experiencia en la función
pública, su honestidad, su perfil académico, su trabajo en beneficio de la
sociedad, su congruencia en el discurso con los hechos, su carisma y su lealtad
a las instituciones. De esa manera, tal vez sea más fácil decidir a quién
favorecer con el sufragio.
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