lunes, 9 de octubre de 2017

EDITORIAL

Habiendo iniciado el proceso electoral el cual contempla, para el primer domingo de junio de 2018, una jornada electoral con cinco elecciones, donde el ciudadano podrá emitir su voto para elegir: Presidente de la República, Senadores, Diputados Federales, Gobernador y Diputados Locales; el ambiente electoral se dinamiza con distintas actividades de los institutos políticos, de las respectivas dirigencias nacionales y estatales, pero especialmente de actores políticos que pretender ser tomados en cuenta para encabezar las candidaturas a los cargos de elección popular antes mencionados.


Sin duda los ciudadanos habiendo presenciado y vivido las elecciones de este año donde se votó por las alcaldías; las de 2016, donde se eligieron gobernador y diputados locales; y en 2015 cuando se eligieron diputados federales; por un lado quedaron hartos de campañas, de promesas, descalificaciones, propaganda y discursos; por otro, saben perfectamente cómo se maneja la designación de candidatos, los acuerdos en lo oscurito, las alianzas, los amarres, las simulaciones, las traiciones y la gran cantidad de recursos que se dilapidan en aras de alcanzar el poder por el poder.

Se acabó el doctrinaje, ya no existe la filosofía de partidos, ni corrientes definidas. Ahora es “natural” ver coaliciones absurdas de la extrema izquierda con la ultraderecha, y lo hacen parecer normal. Los actores cambian de partido sin importar que hayan obtenido beneficios en uno, le dan la espalda y se pasan a otro. La militancia, antes caracterizada por la disciplina y la lealtad, ahora solo se define por apoyar a aquel que ofrece mejores beneficios económicos o prebendas. Las elecciones están totalmente mercantilizadas. El hartazgo social es evidente y los partidos sufren un descrédito sin precedente.

Por eso y otras cosas más, las elecciones del año próximo serán, por mucho, las más complicadas de la historia reciente, sin hablar de la capacitación y funcines de los funcionarios de casilla, del conteo de votos, de la confusión que generará que al votante le den cinco boletas y de que tres de esas elecciones son federales y dos son locales.


Por todo eso, será más factible para el votante analizar concienzudamente a la persona que irá como candidato, independientemente del partido que lo postule. Habrá que observar su trayectoria política, su experiencia en la función pública, su honestidad, su perfil académico, su trabajo en beneficio de la sociedad, su congruencia en el discurso con los hechos, su carisma y su lealtad a las instituciones. De esa manera, tal vez sea más fácil decidir a quién favorecer con el sufragio. 

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