miércoles, 22 de noviembre de 2017

DESDE EL AULA

Pensando en las minorías.-

Quienes en el ejercicio de responsabilidades de gobierno abrazan la pretensión inútil de quedar bien con todos, aseguran un lugar de privilegio en el palco de los fracasos. Difícil resulta tomar decisiones cimentadas en el buen juicio con sentido social, pensando en el bien público y teniendo como referente el marco legal; cuando se logra, queda la sana convicción del deber cumplido, sin la espera ansiosa del reconocimiento lisonjero y sí, venciendo la necesidad de honores, para quedarse solo con el regocijo interno que suele vestirse con ropajes de humildad.


Recuerdo que previo a la instalación de la Legislatura del Congreso Local, de la cual formé parte representando al distrito de Coatepec, se realizaron jornadas de capacitación, en las cuales destacados ponentes discurrían sobre temas diversos relacionados con el quehacer legislativo. En ese contexto, se expone la tesis de que la tendencia actual, no solo en Veracruz y en el país, sino en el mundo, conlleva el reclamo de legislar para las minorías; afirmación que suscita un inmenso debate, pues a juicio de algunos, en esos momentos diputados electos, era un contrasentido, toda vez que en un sistema democrático deciden las mayorías, resultaba lógico que se debía legislar pensando en las mayorías y no en las minorías, argumento que no resiste un análisis riguroso si se considera que el diseño institucional y legal vigente, se corresponde con la generalidad, pero deja en la exclusión, con criterios francamente discriminatorios, a grupos específicos como los conformados por quienes tienen una inclinación sexual distinta a la heterosexualidad, los que tiene capacidades diferentes, los que pertenecen a etnias autóctonas, etc., lo que deja muy en claro que si queremos constituir una sociedad incluyente, plural y justa, se debe construir, instituir y legislar, pensando también en las minorías.

La recreación de la memoria que he dejado expuesta, la provoca una corriente de opinión que descalifica la instalación del elevador en el palacio municipal de nuestra ciudad, aduciendo que “ante tanta necesidad resulta un gasto superfluo”.

Manifiesto que aprobé la propuesta del elevador porque muchas veces he sido testigo de la dificultad con que personas de la tercera edad suben las escaleras del palacio municipal, como muchas veces también he visto a personas esperar a voluntarios generosos que los lleven a la planta alta del mismo edificio con la silla de ruedas, literalmente en vilo, y luego esperar a otras que de la misma forma las conduzcan a la planta baja. Mantengo una actitud de respeto hacia opiniones diferentes, pero considero importante no olvidar que en un futuro no lejano, la población denominada “de la tercera edad”, dejará de ser  minoría y debemos prepararnos para ello, por otro lado, la solidaridad y el respeto con quienes están en condiciones diferentes a las nuestras facilitando su movilidad, soy convencido de que justifica la acción.

En otro tema, se reconoce y agradece la celeridad con que se realizan los trabajos de rehabilitación de la autopista Xalapa-Coatepec. Con este referente, hemos acusado recibo de las críticas por el tiempo que se requirió para la reconstrucción de la calle Cinco de Mayo de esta ciudad.


Confieso no disponer del conocimiento suficiente que me autorice en la afirmación si ese tiempo fue razonable, pero entiendo que cuando se realiza un ejercicio de comparación haciendo abstracción de las asimetrías, las condiciones y realidades diferentes, podemos arribar a conclusiones formalmente ciertas pero ayunas de objetividad.

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