miércoles, 22 de noviembre de 2017

DESDE LA FINCA

De Remedios y enfermedades.- Luego de varios días llenos de sol, de noches estrelladas y de frio agradable, el entusiasmo en el cafetal se hace más evidente. La cosecha empieza a ser más abundante. Las jornadas parecen más cortas y las lonas más pesadas. Entre el murmullo, que a veces se confunde con el ruido de las ramas y el canto de los pájaros, en momentos se percibe un relajante silencio.
Es ahí donde se escuchó la narración que una de las cortadoras le hace a su compañera de surco, pero que todos escucharon: “Fíjate comadre que llevé a mi nieto el “Nico” a que lo curara doña Remedios, porque el mocoso dizque andaba mareado y no veía bien, que algo le estorbaba en los ojos como cuando te le quedas viendo al sol y luego quieres leer. Además le dolía la cabeza y hasta vomitaba. Y que me dice doña Reme que le habían “hecho ojo”. Por lo que lo limpió con un huevo de gallina y unas yerbas. Y parece mentira, pero luego luego se compuso el mocoso que de ahí salió corriendo a jugar con sus amigos”. Al oír el relato, el anciano cortador, curtido por las cuitas y por los años, se limitó a comentar: “Eso del “ojo” como lo de la “maldá” son situaciones muy reales, aunque ya se ven menos. En mis tiempos nos curaban de ojo, de espanto de bilis, de cuajo y hasta de la paletilla. No necesitábamos de médicos ni de medicinas. Así crecimos con los remedios que nos da la naturaleza y con el conocimiento centenario de las curanderas que se los heredaban sus ancestros. Pero se ha ido perdiendo. Mi abuelo nos decía que son “malas vibras”, es decir energía. La hay de la buena y la hay de la mala. Las viejitas sabían eliminar con sus curaciones esa mala vibra o favorecer con buena. Se conjunta el conocimiento, las oraciones, la fe y un fundamento científico que está en las plantas y en toda la naturaleza. Eso se ha ido perdiendo porque le empezaron a llamar de otra forma y a ocupar ese conocimiento para hacer mal. Pero de que existe, existe…


Revolución y robolución.- Al escuchar al viejo sabio, cuyo conocimiento pragmático lo convierte en gurú, no faltó el jornalero ingenuo que le pregunta: “Cómo ves que el lunes se celebra la Revolución?” A lo que el viejo zorro responde con voz que espantó a los pájaros: “Son chingaderas. A mí todavía me tocó el final de “la bola”, pero mi padre sí vivió esa etapa en que un grupo de valientes luchó y dio su vida para mejorar las cosas. Hoy los campesinos tamos jodidos, pero en esa época estaban pior. Los ideales de ese movimiento se distorsionaron. O’ra cualquier pendejo habla de Revolución sin tener la menor idea de lo que fue, ni de sus orígenes, ni de sus alcances. Hoy esa palabra es sinónimo de corrupción porque la han utilizado tanto, pero para engañar y agarrar de pendejos a los ingenuos. Aquellos valientes sí tuvieron guevos para derrocar a un dictador que nunca vio por los campesinos y que solo favoreció a terratenientes. Por ellos tenemos la Constitución, tenemos la no-reelección, que o’ra la quieren volver a imponer; la reforma agraria con el ejido, que ya le dieron en la madre y también la expropiación del petróleo que también ya valió madres”… El silencio reinó entre las matas de café y pareciera que una nube de reflexión invadió el ambiente…

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