lunes, 27 de noviembre de 2017

EDITORIAL

Malos aires recorren Veracruz: la incontenible violencia con rasgos de crueldad inéditos, tiene absolutamente rebasada a la autoridad y secuestrada la tranquilidad de la población. La esperanza y la ilusión de una vida “normal” se encuentra en estado crítico. Se suma a este cuadro catastrófico como consecuencia del mismo, la depresión en la actividad económica. Es tal el estado de incertidumbre y zozobra que se vive, que se hacen invisibles fenómenos pese a que la realidad, terca como es, se empecina en mostrarlo, y entonces nos ubicamos en la órbita de un círculo vicioso de indiferencia.


Una de esas realidades invisibles, convertida en una asignatura pendiente de acreditar por nuestra sociedad, es la ancestral violencia, las enormes injusticias cometidas contra la mujer, la sistemática violación a sus derechos humanos.

En el marco de la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la violencia Contra la Mujer, establecido así, desde 1999 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, en un ejercicio crítico y responsable, conviene hacer un recuento de los pendientes en tan sentida materia. El que ocho de cada diez mujeres en el mundo sean violentadas, resulta aterrador; el no reconocer salario igual a trabajo igual por razón de género, es inadmisible; detestable es el impúdico acoso para la mujer en centros de trabajo, de estudio y en la calle; relegar a segundo orden el apellido de la mujer en la filiación de los hijos, es anacrónico; la persistencia de oficios reservados para los hombres, debiera ser abolida. Injusta deviene ser la carga de trabajo doméstico de la que históricamente se ha responsabilizado a la mujer. Qué otra cosa pueden constituir estos ejemplos, sino violencia.

Por desgracia, lejos de abatir los índices de violencia contra la mujer, se incrementan y agravan. Los feminicidios van en aumento de manera alarmante y no deja de ser paradójico que al interior de los hogares que debiera ser el espacio de mayor seguridad, sea donde se cometen con recurrencia los actos más atroces de violencia y donde se reproducen los estereotipos machistas.

ESPRESSO los invita a reflexionar sobre el tema para luego hacer de nuestros propios espacios, lugares de respeto hacia la dignidad de las mujeres; empecemos por casa, en nuestro entorno inmediato, con la pareja, hijas, familiares, compañeras de trabajo, etc. Dejemos la indiferencia fomentando el valor de la denuncia.

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