lunes, 26 de marzo de 2018

DESDE LA FINCA


Días de reflexión.- Luego de la granizada inesperada con tormenta que azotó los cafetales el pasado miércoles, sorprendiendo a los campesinos que presagiaban que la primavera iba a entrar con mucho sol, todos coinciden el que el viejo campesino erudito, tiene toda la razón al afirmar que le hemos hecho mucho daño a la naturaleza. El equinoccio entró con bombo y platillo y agarró descuidados a muchos en la finca y también agujereó láminas de cartón e inundó algunas zonas de la ciudad. Además, en la noche llovió como invierno, con una pertinaz y fría lluvia. Estaban en eso cuando ven que el aludido, el veterano de los cafetales, el que creció junto con los encinos, el que sus arrugas son como papiros de sabiduría; viene llegando con aires de gallardía. “¿Dónde andabas venerable y longevo maestro?”, le preguntan con curiosidad los jóvenes peones de la finca, que campean la humedad de la mañana. “Fui a comprar mi palma, para empezar a tejer las canastitas. El domingo hay que celebrar a “San Ramitos”, es Domingo de Ramos y hay que ir a cumplir con la tradición de la bendición de palmas. Inicia la semana mayor”. Para algunos los jóvenes campesinos, tal vez porque salieron de su tierra, tal vez porque no se los inculcaron, pero las expresiones del viejo no les son conocidas, por lo que sabiendo que obtendrán una cátedra de conocimiento, no dudaron en preguntar: “Abuelo, ¿cuál es verdadero significado de la Semana Santa? A lo que el respetable prócer de las laderas, meneando la cabeza en señal de desconcierto al percibir la ignorancia de los curiosos, con singular magnificencia explica: “En misa te explican que es la celebración con la que conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Pero lo cierto es que no te dicen todo. Es mucho más que eso. Con los años entiendes que El Gran Maestro nos dejó un profundo mensaje de amor y de conocimiento. Es tan poderoso que algunas religiones lo han ocultado. Pero es un mensaje de vida y de luz. Nos recuerda que somos materia que llegó para evolucionar y con alma para ascender. El simbolismo de la semana mayor muestra lo que significa morir, no físicamente, sino simbólicamente para el odio, el rencor, los vicios, el resentimiento, la envidia, el miedo. Reconciliarse con uno mismo, pues muchos sufren y señalan culpas, defectos y errores ajenos, pero no ven en su interior, que es donde radica la raíz del ser. Como corona de espinas, los más grandes problemas los tenemos en la cabeza. Es donde sufres, mueres, o donde resucitas para ser feliz. La enseñanza es que hay que superarlos con fortaleza, morir para lo malo pero resurgir para lo bueno. Descubrir el ‘YO SOY’; que el poder está en el interior. Además y sobre todo, amar incondicionalmente: al Creador, a uno mismo, a la creación y a quienes comparten la vida con nosotros. Renovar la fe en uno mismo y en los demás con humildad, servicio y trabajo. Superar lo que nos daña, nos afecta y nos limita, como la injusticia y la ignorancia; y resurgir a la vida, volver a vivir para lo que amamos, para nuestros objetivos, nuestra misión y para tener una vida llena de amor y armonía con el resto de la creación. Es la reflexión que nos deja quien cambió la historia del mundo. Conocimiento, comprensión, dominio y aplicación de las leyes que rigen el universo…”. Los campesinos, jóvenes y mayores, se quedaron mudos sin poder decir palabra. Esa explicación nunca la habían escuchado. Entendieron muchas cosas, no solo que la palma bendita se quema cuando hay tempestad.

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