“Yo lo que más desearía es echar el tiempo para atrás, bueno, decirle a Dios, dame 20 años para atrás sabiendo lo que se ahora, porque ya no volvería a hacer algunas cosas que hice, pero eso es muy difícil, y te tienes que conformar con que vas haciendo las cosas, pues, como puedes y como van saliendo porque finalmente a veces las circunstancias son muy adversas”
-Elena Poniatowska Amor
(Agosto 2015)
Hoy Elena Poniatowska Amor cumple 86 años, una vuelta más al sol. Con Elenita -como le digo de cariño-, comparto muchas cosas, empezando por el mes de nacimiento, siguiendo por el amor a las causas justas, a la educación, la escritura, el pensar siempre que las cosas pueden ser de otra forma, de una mejor manera. Nos gusta el tequila, los dulces típicos, los limones, las pláticas que parecieran no acabar; hablar de política, de los animales, de los amigos, de los bosques, de la riqueza de México, de su gente, de sus culturas, costumbres y tradiciones. Continuamente coincidimos en que los malos gobiernos deben cambiar y aportamos nuestras ideas para lograrlo, coincidimos en que los mesías no existen y en que nos toca a cada ciudadano generar el cambio.
Elenita me lleva mucha ventaja, siempre le vienen a la mente ideas grandiosas, las comparte conmigo, me incita a no tener miedo. La he escuchado decir muchas veces: “Inténtalo, cree en ello, puede pasar que lo logres o que no lo logres, aun con lo último, nunca será fracaso, porque en la vida aprender ya es ganar”. Le he hecho caso en repetidas ocasiones y cuánta razón ha tenido.
Elenita sabe que cada día y cada año está más cerca su partida de este mundo, no le teme, ya prepara su acervo bibliográfico que desea se quede en México, desea heredarlo a los mexicanos; lo he visto, es inmenso, su casa está llena de miles de libros, tiene una enorme biblioteca.
Ama la Ciudad de México, ama Coyoacán, ama nuestro país, -el cual la albergó junto a su familia desde hace 76 años-, ama a su perro -que murió este año- y a sus gatos, ahora ya son dos felinos que la acompañan; ama leer por las noches sentada en el sillón de la segunda planta de su casa, mismo que está de espaldas a la ventana de cristal que da a la calle y junto al teléfono. Elena escucha bien, camina cansada pero derechita, escribe, dedica algunos libros, atiende llamadas y siempre pone atención a lo que se le platica. En varias ocasiones hemos hablado sobre que a los mexicanos nos ha hecho falta que nos escuchen y siempre hemos pensado que lo mínimo que debemos hacer es escuchar a quienes tienen algo que decirnos, qué contarnos, informarnos o compartirnos.
86 años, Elenita es la mujer más longeva que ha creído en mí, que me ha abrazado, que me ha dado ánimos y esperanza, que me ha expresado su total confianza, la mujer que me recibe en su casa en Coyoacán y con quien se me van las horas hablando de múltiples temas; quizás por eso la tengo siempre presente, quizás por eso le guardo gran cariño y amor.
Hoy en su día deseo que sigamos viviendo muchos más momentos juntos, que la vida le conceda muchos años más... El tiempo pasa pero las experiencias no terminan, por ello digo “gracias vida, por la Elenita que me has dado”. ¡AHORA es el CAMBIO!
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