jueves, 27 de diciembre de 2018

DESDE LA FINCA - Por: El Cortador



De posadas y simbolismos.- La noche está más fría que de costumbre, pues aunque no llueve, el aire se siente helado. Se entiende porque ayer oficialmente entró el invierno. Esta noche es especial porque desde hace varios días la gente se preparó para celebrar la posada del pueblo. Es una tradición que se conserva desde hace muchos años. La cosecha está en su apogeo y los hombres cubrieron su jornada en la finca con un corte de café muy generoso que les da satisfacción y orgullo. Por su parte las mujeres desde la tarde se reunieron para preparar lo necesario para esta fiesta pre navideña. Unos niños cargan “los peregrinos” que irán cantado casa por casa, hasta llegar a la que le toca la posada. Todos se cooperaron para hacer el ponche, buñuelos y antojitos. Pambazos y aguinaldos, que son bolsitas de dulces para lo niños, sin faltar una piñata y para los hombres un aguardiente de Mahuixtlán para disfrutar el clásico ponche caliente con ‘piquete’. El ambiente se siente fraternal impregnado de alegría y júbilo. Los hombres con devoción acompañan el ritual pero luego se retiran un poco del bullicio para platicar y degustar otro ponche con piquete que hace que se les olvide el frío y se ponga más amena la plática. El viejo campesino curtido por muchas navidades y templado por muchos inviernos, se ve rodeado de los demás compas que le piden que les explique el significado profundo y filosófico de la navidad. A lo que el profeta del conocimiento, ni tardo ni perezoso, ya con varios ponches entre pecho y espalda, inspirado, se arranca en tono solemne: “La fiesta navideña tiene su origen en el nacimiento simbólico de Jesucristo. Simbólico porque los Evangelios no hacen referencia a la fecha exacta de su nacimiento. La tradición del catolicismo escoge el 25 de diciembre en que la Virgen María da a luz al Niño Dios, para no coincidir con la noche del solsticio de invierno, el 21 de diciembre, por tratarse de una fiesta pagana. Su nacimiento es el símbolo de renacimiento interior y espiritual que llega en la noche en que las tinieblas son más densas y largas. La Navidad es la fiesta que celebra este acontecimiento espiritual, una fiesta de luz y de renovadas esperanzas, una luz que tiene como propósito iluminar las consciencias y llenar el corazón de esperanza, de una vida más amorosa. Este fue el mensaje que más proclamó el Maestro de Nazaret a lo largo de su corta pero intensa vida: la necesidad de amarnos los unos a los otros”. La rueda de oyentes se hace más grande para escuchar el hermoso relato y el ponche sigue circulando. El viejo patriarca de los cafetales, con singular devoción continúa: “Todos vivimos de formas diferentes, tanto si somos creyentes como si no lo somos. Pero hay que recordar que la importancia de este relato no se centra en el hecho histórico, sino en su simbolismo. El viaje de José y María recrea el viaje interno que todos, un día u otro, tenemos que realizar para prepararnos para el cambio espiritual, para el cambio de valores, para que nuevas aptitudes y tendencias puras inunden y sanen nuestra personalidad. Si la tradición hace nacer a Jesús en un establo, su significado es claro, simbolizan la humildad, el desprendimiento, la pobreza material, pero no la espiritual. Los padres representan las raíces, los fundamentos de la personalidad que tiene que ayudar al infante a crecer. El Ángel y los animales representan lo divino y lo profano que conviven en nuestro interior. Los pastores representan las tendencias internas que dan la bienvenida a la nueva conciencia que nace. Filosóficamente hablando, Jesús es una personificación mítica de la Luz de la razón, es decir, de la verdad. A esta verdad que viene del Cielo, como la estrella que guía hacia Belén para iluminar la tierra, se subordinan todos los poderes terrenales como la fuerza y los instintos, representados por los animales; el amor y la emotividad, representados por la Virgen; la voluntad, con el laborioso José y el conocimiento y la Inteligencia representada por los Magos de oriente”. Todos quedaron maravillados y en silencio. Pareciera que en aquel ambiente, flotaba intensamente, un poema de amor… y de amargura…

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