lunes, 24 de junio de 2019

DESDE LA FINCA Por: El Cortador



De esfuerzos y de ciclos.- Las lomas y laderas lucen con un verde resplandeciente. Lluvias y calores favorecen que la flora natural de esta región se renueve y se fortalezca. Las hierbas crecen de un día para otro y el zacate invade melgas y caminos. El trabajo es pesado pues hay que ganarle a la hierba finca, para que no robe alimento. El húmedo bochorno hace sudar a los campesinos que diligentes realizan una labor callada y no reconocida. Todos hablan del prestigio de la región cafetalera, del grano que ha dado fama a esta zona en el mundo y de la importancia económica del producto. Pero nadie valora el trabajo que cientos de jornaleros realizan a lo largo del año, respetando los ciclos y las estaciones. Solo ellos saben, que a lo largo de dos siglos, el café ha subsistido por el trabajo de esta gente que riega los cafetales con su sudor y, a veces, con sus lágrimas. Gente curtida por los jornales, por las limitaciones y por las satisfacciones. Por herencia han dejado parte de su vida entre surcos y manchones. Pero lo que hacen, sin tener conciencia que de ellos ha dependido la economía de la región. Nadie los reconoce y nadie los valora. Solo ellos mismos que disfrutan de su noble labor que ofrecen a la tierra y a su producto. Son felices a la hora de sembrar, a la hora de cosechar y a la hora de comer… Hoy, un rollo de guajes que sale de un morral, genera un entusiasmo que solo ellos entienden. Actualmente la gente ya no los conoce ni los consume. Difíciles de digerir y con consecuencias digestivas indescriptibles. Pero con los tacos doblados calentados en el comal, elaborados con esa salsa verde de chiles conguitos que hacen salivar al más tozudo, se convierten en la delicia del mediodía. El aroma de las memelas y pellizcadas dan cuenta del banquete que se disfruta sin aspavientos. Es la rutina diaria que da vida a los cafetales. Con expresión casi mística, el viejo cortador curtido en la fragua de los ardientes veranos y templado con los gélidos cierzos, con parsimoniosa solemnidad, disfruta de su enchilada acompañada de unos chininis que mitigan el efecto explosivo de los chiltepines. Alguien rompe el silencio: “Abuelo, ¿entonces nuestro trabajo es importante?”… A lo que el enchilado erudito de los cafetales con resoplidos y mentadas, echa mano de su aguardiente dándole un generoso trago, para explicar: “Así como el calor y la luz solar se ofrecen sin condición alguna a todos los hombres, así nosotros entregamos el trabajo sin esperar recompensa mayor. Trabajamos por el placer que hallamos en la labor realizada y en la creación regenerante, sin alarde ni ostentación. Ayudamos a la naturaleza y compartimos la misión, porque en el compartir nos elevamos por sobre nuestra condición humana. Producir forma parte de los elevados valores humanos pues aportamos a la complicada cadena de consumo”…. ¡Ah chingao!… ¿y eso qué significa?... Tal vez inspirado por el buche de aguarrás, o por lo enchilado; desvía su discurso sin prevenir a nadie: “Ayer comenzó el verano, ayer 21 se dio el solsticio,  terminó la primavera e inicia la segunda estación”. Al ver la sorpresa y desconcierto de los oyentes, continúa: “El Solsticio tienen un significado muy especial. Es un llamado a todos los seres humanos para que cuidemos, y protejamos nuestros recursos naturales. También es una invitación para que reflexionemos interiormente y revivamos las llamas del amor, la fraternidad, la tolerancia y la paz por nuestro efímero paso en la tierra. Nos induce a recomenzar la marcha con renovada vitalidad. Por encima de nosotros, se halla la presencia del Sol omnipotente, que irradia calor, fuerza y luz constante, sin discriminación alguna”. Con otro trago de alipús, continúa: “Además, es la festividad de San Juan Bautista, este santo nacido el 24 de junio, fecha que coincide con el solsticio, es el único del que se celebra su nacimiento y no su muerte. Su fiesta es una fiesta solar, de luz y de fuego. Así San Juan marca el solsticio, pues esta fecha, ancestralmente ya se marcaba como la del culto solar, la de las fiestas más esplendorosas, lo que implica que abre el camino al Sol y, en definitiva, a una nueva vida”. Sin decir nada más, se da la vuelta y se retira, dejando a los demás compas sin entender absolutamente nada…

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