martes, 17 de septiembre de 2019

Cerca del Cielo Por: José Ramón Flores.



Luces siniestras en el cielo.


Cuando Reilnhol Messner, iba escalando el K2 en solitario, llegó un momento en que el desgaste físico era tan brutal e inhumano, que comenzó a delirar, escuchó una voz que lo impulsaba a seguir adelante, cuando volteo para ver quien hablaba, la respuesta fue un profundo silencio, una soledad absoluta kilómetros a la redonda. En aquel momento el austriaco, quien escaló las 14 montañas de más de 8 mil metros de altura, cayó al suelo inconsciente.

Lo que posteriormente recuerda el intrépido alpinista, casi en estado de coma, que estaba en una fiesta con muchos alpinistas amigos suyos, era una celebración con collares de flores, estilo Hawái. La anfitriona era una millonaria estadounidense, que había guiado en Alaska. Este extraño sueño lo hizo sentir muy feliz y relajado, pero cuando recobro el conocimiento, se sentía muy mal, se tocó la frente y era una hoguera, apenas podía respirar. Messner asegura, que estuvo sin vida unos instantes, y que pudo ver cómo salía el alma de su cuerpo, según explica, era una substancia transparente, donde pudo reconocer el rostro de su madre ya muerta.

En Perú -quien esto escribe- pude llegar a la “Garganta”, hecho una piltrafa humana, ya no escalaba, me arrastraba prácticamente sobre la congelada superficie, eran como las 7 de la noche, había muchas tiendas de campaña, de diversas expediciones. Recuerdo que comencé a experimentar un frio espantoso, tenía mucha fiebre. Solo anhelaba que armaran las tiendas para poderme meter a descansar en una de ellas. No tenía ánimo de nada, el piso era una placa de concreto de hielo. Dureza que ni la cubierta de plástico que se pone bajo la bolsa de dormir, ni la misma bolsa pudieron aminorar.

En alta montaña es muy difícil dormir, el tiempo se vive de manera diferente, es una dimensión extraña. Creo que no se puede ni soñar, todo ocurre de manera rara. La explicación podría ser, la escasez de oxígeno, elemento fundamental para la vida. No todo lo que la mente registra es real. Es muy curioso también que existan eventos en la montaña que son de verdad insólitos e inexplicables. Como el que nos sucedió un 2 de noviembre, Día de muertos, en el Pico de Orizaba, y no lo captó la mente, sino la cámara fotográfica. Subimos con mi amigo José Luis Molina, de la ciudad de México. Días después al revelar las fotos, justo en la última fotografía del rollo, se ve lo que parece ser un objeto volador no identificado, saliendo del cráter.

El objeto se aprecia perfectamente de color violeta, ya lo comenté en alguna columna, los extraños eventos que experimentamos al llegar al cono del cráter. Éramos los únicos escaladores aquel día de los muertos en el Pico de Orizaba. Lo de Reinhold, lo podría explicar, la altura, la cuestión del oxígeno que provoca alucinaciones, tanto visuales como auditivas. Pero lo que nos ocurrió en el volcán mexicano, sigue siendo un enigma, Un auténtico misterio, quienes se dedican a estudiar el fenómeno OVNI, quienes aseguran que presuntamente estos objetos, habitan en las profundidades de los océanos, y en el interior de los volcanes.

Tengo mis reservas normales al respecto, pero las montañas son escenario de cosas inimaginables e inexplicables. Andrés Delgado alguna vez me dijo,” Ramón, si yo te platicara lo que he visto en montañas de México y de Paquistán, en serio que no me creerías y me propondrías como un fuerte candidato al manicomio”. Lo único que aceptó compartirme, fue en una ocasión, escalando de madrugada cerca del K2, vieron en el cielo paquistaní, una luz, que creyeron correspondía a un vuelo comercial. Volaba de manera lenta y rutinaria, siguiendo una ruta, sin embargo, lo misterioso fue, cuando comenzó a volar en zigzag.

Posteriormente lo más escalofriante, cuando la luz, desapareció repentinamente, y a los pocos instantes, volvió a encenderse en otra parte del firmamento. Pero ahora era una luz azul fosforescente con destellos anaranjados. Era una fiesta de luces, de fuegos pirotécnicos. Uno de los escaladores se comenzó a convulsionar presa del terror. Andrés siempre fue un tipo de temple. Pero me aseguró, que, en aquella ocasión, también estaba muy asustado. Todo ocurrió en cuestión de 3 o 4 minutos. Y así como apareció este fenómeno, se desvaneció en la nada. Como en la nada también se desvanecen, las dudas de quienes escuchamos estas insólitas historias.


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