martes, 17 de septiembre de 2019
DESDE EL AULA Prof. Julio Hernández Ramírez
“Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo…
se puede engañar a algunos todo el tiempo
pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo"
Abraham Lincoln
Nadie puede decir que nunca haya mentido. Todos alguna vez hemos recurrido a la mentira por diferentes causas o motivos.
Quizá algunas veces se mienta con el propósito de no lastimar a alguien, lo que a la postre resulta inevitable. Habrá quienes hagan de la mentira un aguijón cuya ponzoña se suelta con todo dolo, sin más intención que la de herir, la de hacer daño. Con frecuencia la mentira se utiliza como artilugio para eludir una responsabilidad.
Cuando se recurre a una mentira le siguen otra y otra mientras uno se va quedando atrapado en una red que cuando se rompe, emerge la verdad desnuda, venturosa y a veces cruel. La verdad, como la derrota, suelen ser huérfanas y cuesta enfrentarlas, por eso inventamos tantos juegos mentirosos, pero todo es inútil, porque cuando menos lo esperamos, a la vuelta de cualquier esquina, nos sorprende, nos espera… nos asalta la verdad. Seguramente hay quienes durante toda su vida se esmeran porque la verdad sea la regla en sus actos y la mentira la excepción, hay en cambio mentirosos compulsivos que hacen de la mentira su única razón.
Hay quienes piensan, con ingenuidad o perversidad, que la repetición persistente y reiterada de una mentira la convierte en verdad, eso es imposible, absolutamente falso, la mentira siempre será la mentira, por más que se oculte con hipocresía tras ropajes artificiosos de probidad. Para desplegar su imperio, la mentira no reconoce tiempos, ni clases sociales, ni sexo, creencias, etnias u oficios, pero sí, la clase política se ha ganado a pulso el ser considerada como las más proclive a mentir sin pudor y sin rubor.
Mire usted sí no. Un ilustre columnista, líder de opinión, autor de varios bestseller’s, varios de ellos con una temática relativa a la historia patria, refiere a un estudio realizado por un prestigiado diario Americano, en relación a las declaraciones públicas hechas por Donald Trump; los resultados son sorprendentes pues demuestra que el presidente de los Estados Unidos, dice en promedio doce mentiras al día. Luego en un análisis comparativo sostiene que el mandatario Mexicano no se queda atrás y detalla números ejemplos de cómo su discurso público está plagado de mentiras que muchos creen dogmáticamente, pero que también son cada vez más los que con manifiesta decepción, se reservan cuando menos el derecho de la duda ante una creciente incredulidad.
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