martes, 17 de septiembre de 2019

CON-CIENCIA Por Sergio Jimarez



Philosophiæ naturalis principia mathematica


La fama y el prestigio son conceptos que nos evocan al éxito, dinero y belleza; las personas que consideramos famosos hoy en día son miembros de la farándula mayormente, siendo sus méritos valorados de una manera comercial y muchas veces sin sentido, recordemos que ahora la gente se vuelve famosa tan solo por decir cualquier cosa que se vuelva “viral”.

El caso de la ciencia puede no apartarse de la misma realidad, muchas veces los descubrimientos científicos o tecnológicos van encaminados en cosas poco prácticas o sin utilidad, pensemos en los miles de estudios que se dedican a buscar conclusiones irrelevantes como saber si las pulgas de perro saltan más alto que las pulgas de gato, o aquella que nos sugiere que el sabor a vainilla se puede obtener de las heces de vaca. Si damos el beneficio de la duda pensaremos que aunque no sirvan de mucho, tienen el formalismo que la ciencia exige, pero, ¿Por qué ahora nos llama tanto la atención cosas así?

Como casi todo lo que conocemos, lo que sucedió en una época antigua es mejor; refiérase para música, televisión, ropa, etc. No hay como lo clásico, y para la física ocurre algo similar; antes, los físicos hacían demostraciones matemáticas que podían resolver de manera práctica algún problema, a puro papel y lápiz, un par de pasos y con dos ecuaciones se describía la dinámica planetaria. Actualmente, podemos comprender conceptos muy abstractos como la cuántica o saber la naturaleza de objetos estelares a miles de años luz de distancia y aunque no se demerita, el trabajo de todos estos científicos es de suma importancia, sólo que las herramientas son increíbles artefactos tecnológicos y computadoras que nos alejan de las ideas “románticas” que se pudo vivir en la época de Newton, Halley y Hooke. Es precisamente con estos personajes que se desarrolla una historia interesante.

En el siglo XVII ya se sabía que los planetas se trasladaban en órbitas elípticas, pero no se sabía por qué. Dándose a la tarea de describir esto de manera definitiva, Hooke y Halley empezaron a estudiar. Halley buscó la asesoría de Newton, quien al revisar el problema se sorprendió porque era algo que ya había resuelto veinte años atrás, de hecho, Newton fue capaz de explicar mediante una ecuación el comportamiento del sistema solar completo una teoría gravitacional que simplemente guardó sin comentarlo con alguien. Halley se maravilló con este trabajo y aprovechó lo descrito allí para poder predecir la órbita de un cometa que observaba, el mismo cometa que luego llevaría su nombre.

Valorando el trabajo de Newton, Halley ayudó para que se pudiera publicar, sin embargo, la Royal Society que era la encargada de todas las publicaciones científicas de Reino Unido estaba cruzando por una crisis financiera importante por lo que no pudo solventar los gastos. Halley, con su dinero hizo que se imprimiera el trabajo y al borde de la bancarrota pudo publicarlo, en un instante se convirtió en un éxito total, tanto para la comunidad científica como comercialmente, siendo así el libro más importante de la física, el “Philosophiæ naturalis principia mathematica”.

Cabe mencionar que esta publicación no sólo abarca el movimiento planetario, habla también de las leyes de movimiento, el sonido, las mareas y algunos cálculos astronómicos, logrando así una conexión del mundo terrenal con el universo, se puede decir que fue el primer intento por una teoría unificadora.

El problema de Newton por no publicar era una constante en su vida, en algún momento, tuvo que disputar la autoría sobre el descubrimiento del cálculo diferencial. Se sabe, además que era un fanático de la alquimia y de disciplinas esotéricas, lo que lo convertía en un personaje impredecible y fascinante al mismo tiempo, tal vez lo más cercano a una estrella artística de la ciencia de aquella época.

Se dice que no existe la mala publicidad, cada personaje que ha pasado a la historia tiene un lado desconocido, a veces oscuro pero que sin duda al estudiarlos y conocer más acerca de ellos nos lleva a comprender la naturaleza humana que encierran las grandes mentes.

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