lunes, 12 de abril de 2021

EXPRESO CORTADO Gilberto Medina Casillas

Convertir una debilidad en una fortaleza.


Hemos oído muchas veces que podemos transformar una debilidad en una fortaleza, aspecto que tiene todo que ver con la voluntad, ejercida esta con una actitud positiva, en términos ‘comtianos’. *


La realidad, concebida empíricamente, nos presenta situaciones que debemos afrontar sin excusa ni pretexto, de este modo, deberemos adoptar, ante tal o cual circunstancia, una estrategia, concebida esta como una serie de acciones y aprovechamiento de recursos que estén a nuestra disposición, buscando lograr un estado de cosas que nos acarree beneficios o nos permita alcanzar las metas que nos hemos propuesto.


Es en este sentido que se nos dice que transformemos las desventajas en oportunidades. Y pocos saben cómo. Pues la mayor parte de los seres humanos tienen actitudes reactivas, es decir, las situaciones les ocurren y dadas las circunstancias adoptan una posición al respecto. Pocos son quienes manifiestan actitudes ‘proactivas’, esto es, que saben lo que quieren y crean sus oportunidades.


Quienes hablan de estos temas, corrientemente en el ámbito de recursos humanos, en realidad no saben cómo se transforma una debilidad en fortaleza, sino que derivan el asunto al análisis de capacidades en relación con el entorno.


Yo, personalmente, uso el F.O.D.A. (Fortalezas y Oportunidades, en el lado positivo. Debilidades y Amenazas, en el lado negativo). A fin de determinar las estrategias, en las cuales, con miras a lograr objetivos definidos, aplicamos las fortalezas y aprovechamos las oportunidades, minimizamos las debilidades y evitamos, en lo posible, las amenazas.


Pero voy a abordar el tema: convertir debilidades en fortalezas, desde los puntos de vista que aportan la antropología y la sociología. Y lo voy a hacer como mejor se entienden las explicaciones, con ejemplos concretos, en este caso, históricos. El mejor ejemplo (y es el porqué de esta entrega) es la negritud **. Llamémosle así en lugar de decir raza negra u hombres y mujeres de color. (No todos ellos son afroamericanos, los hay franceses, españoles, holandeses, etcétera.)


Consideremos que la negritud, tomada como una muy extensa serie de colectivos, es originaria del continente africano. Los pueblos africanos, a excepción de los que habitan en la costa mediterránea y del mar rojo, que han sido influenciados culturalmente por el islamismo y podemos llamar civilizados, esto es, que tienen una cultura y una integración social; han sido tribus y países desarticulados, con prácticas infames como el canibalismo y la castración femenina. Esos pueblos, débiles esencialmente, sin miras ni alcances, fueron fácil presa de los esclavistas portugueses, holandeses y británicos. Esta pronunciada debilidad, forzó una migración selectiva. Los esclavistas, jugaron un papel fundamental en lo que devendría en convertir debilidades en fortalezas. Estos tratantes de humanos, perseguían, sometían, secuestraban y hacían cautivos a miles de africanos negros, los cuales fueron llevados a América.



Los esclavos llegaron a todos los países del continente americano, pero en Latinoamérica, concretamente los países de habla hispana, eran un ‘lujo’, no había necesidad de esclavos, pues se explotaba como tales a los indios. Para abordar este tema, me voy a referir en específico a las colonias británicas (que en 1776 devendrían en los Estados Unidos.) Los esclavos negros eran mano de obra gratuita, con un costo de compra y luego servidumbre forzada.


Los negros llegaron en la condición más miserable posible, fueron explotados con iniquidad, por gente mala o amoral. Luego, legalmente, se pone fin a la esclavitud, pero su libertad tarda muchos años en cristalizarse. Más tarde, en los estados sureños, la sociedad esclavista se convierte en racista. Los negros son excluidos socialmente. El Ku Klux Klan y otras aberraciones, siguen exhibiendo a la negritud como ciudadanos de segunda clase. No es hasta los años de mil novecientos sesenta, con las cruzadas por los derechos humanos de los afroamericanos, presididas por Malcom X y Martin Luther King, así como el sonido Motown y previamente se apoderan y evolucionan el Jazz.  Muchos hombres y mujeres negros, quienes luchaban pacíficamente o con violencia, para reestablecer los derechos humanos de aquellos que eran, y son, despreciados por los racistas.


Un largo camino fue andando la negritud, renombrada como afroamericanos en los Estados Unidos, mientras la sociedad estadounidense ahondaba en la integración racial, como un propósito muy serio en la configuración del país. Podemos decir que para los años 1970 se terminó con la exclusión en el transporte, restaurantes, clubes, escuelas públicas, ejército, empleos y deportes. ¿Se logró la igualdad? No lo sabemos, por allí y por allá persiste el racismo. Pero, por lo menos, se equipararon las oportunidades. Y muchos afroamericanos las aprovecharon. Al grado que un hombre negro, nacido en Hawái, hijo de un keniano y una mujer americana radicada en Indonesia, llegó a ser presidente de los Estados Unidos.




Esta referencia (extrema) nos ratifica que la negritud, en 350 años, transformó una debilidad en una fortaleza. Los ancestros salieron del África como esclavos y hoy, por ejemplo, un afroamericano, Neil de Grasse Tyson es un renombrado físico, con el estatus que le permitió suceder a Carl Sagan en la T.V., en el importante programa de astronomía ‘Cosmos’. Y en los deportes, indispensables para la recreación de los estadunidenses, son dominados o casi, por estrellas afroamericanas. 


En África, los negros que allá viven no han salido del más crítico subdesarrollo económico; ni del atavismo cultural que les tiene sujetos a formas de vidas infames, propias no del tercer mundo, sino un mundo sin oportunidades, ni escrúpulos, ni futuro.


*Augusto Comte, padre del positivismo, corriente filosófica, que establece sus determinismos con base en situaciones concretas.

** Blackish, en inglés.


 

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