Madre se perfectamente que tú ya no vas a leer o escuchar lo que hoy te escribo, por que tú ya estas gozando del sueño eterno, falta poco para que se cumplan once años de tu fallecimiento.
Pero tu presencia siempre está en mi mente, cuando tú y mi padre se separaron tú querías llevarnos contigo, pero él siempre se opuso en todo momento, pues tú nunca tuviste la idea de abandonarnos y desde esa fecha tuvimos mis hermanas y yo que irnos a vivir a casa de mi abuela y ahí empezó nuestro sufrimiento, pues aunque estábamos con unos familiares nunca dejamos de estar arrimados, todos sabemos el arrimado casi nunca es bien visto, por cualquier cosa que hacíamos mal, recibíamos un insulto y en muchas ocasiones golpes. Mamá en muchas ocasiones retrocedo mentalmente en el tiempo y recuerdo cuando tú y mi papá todavía no se separaban, en muchas ocasiones mi papá compraba mangos pero casi siempre llevaba solo 3 o 4 pues económicamente no andaba muy bien.
Entonces tenía que partirlos a la mitad para que nos tocara a todos y los cuatro queríamos la parte del hueso, también recuerdo que cuando ya no estabas con nosotros, venías y tenías que hacerlo a escondidas porque mi papá no quería que nos vieras.
Recuerdo también como si fuera hoy y veo a un chiquillo de ocho o nueve años, con huaraches y en ocasiones descalzo y con las piernas del pantalón arremangadas para no mojarlo pues tenía que acarrear agua desde una distancia larga para llenar un barril de 200 litros, pues cuando yo era chamaco carecíamos de agua potable, pero eso tenía que hacerlo antes de irme a la escuela y esa agua se acababa en la noche pues se usaba para lavar, bañarse y cocinar por lo que al otro día tenía que hacer lo mismo. Madre quiero decirte por medio de estas líneas que a mí me faltó una etapa de vivir, tal vez la más maravillosa de todo ser humano: la niñez.
Es por eso que hoy quiero expresarles, que ante todo, la madre es la madre, a veces ausente, a veces presente, pero siempre en el corazón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario