En esta ocasión ocupamos este espacio para rememorar un acontecimiento histórico en Teocelo: la visita del poeta nicaragüense Rubén Darío.
Rubén Darío en Teocelo.-
El 10 de septiembre de 1910 a la par de los festejos del Centenario de la independencia de México, llegaba de visita a Teocelo Veracruz el poeta y embajador Nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento más conocido como Rubén Darío.
Con la llegada de Rubén Darío a México y con la complicada situación política del país muchos políticos entre ellos Porfirio Díaz, no quisieron tener la responsabilidad de recibir al embajador por lo que Rubén Darío se dirigió a la ciudad de Xalapa donde pretendía reunirse con el poeta veracruzano Salvador Díaz Mirón que lamentablemente no se encontraba en Xalapa. Fue ahí en Xalapa donde un grupo de ciudadanos de Teocelo invitaron a Rubén Darío a visitar la “Tierra del Dios Tigre”, aceptando sin dudar convencido por los bellos paisajes que recorría “El Piojito”.
Rubén Darío fue recibido por los habitantes de Teocelo de una manera cálida, amable y cortés, pese a la falta de autoridades de diferentes niveles a este evento, el cual se llevó a cabo una comida en el corredor del Hotel Hidalgo donde se adornó el lugar con banderas de México y Nicaragua, una comida a lo grande donde resaltan la barbacoa y mucho vino.
Esto conmovió al poeta quien escribió en su diario:
“Visité la ciudad de Xalapa, que generosamente me recibió en triunfo y el pueblo de Teocelo, donde las niñas criollas e indígenas regaban flores y decían ingenuas y compensadoras salutaciones. Hubo vítores y música, la municipalidad dio mi nombre a la mejor calle de la ciudad, yo guardo en lo preferido de mis recuerdos afectuosos el nombre de ese pueblo querido. Cuando partía en el tren una indita me ofreció un ramo de lirios y un puro azteca: “Señor yo no tengo que ofrecerle más que esto”, y me dio una gran piña perfumada y dorada.”
El autor nicaragüense fue uno de los grandes impulsores del modernismo en la lengua española. Uno de los poetas más influyentes del pasado siglo XX.
En tus ojos un misterio;
en tus labios un enigma.
Y yo fijo en tus miradas
y extasiado en tus sonrisas.
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