lunes, 19 de julio de 2021

FILOSOFÍA CLÁSICA Miguel Mora


Platón y los problemas del arte.-

 

Platón no se ocupó nunca de la estética como tal, pues la teoría del arte no figuró nunca entre sus investigaciones; pero en La República y Las Leyes sí se refirió muchas veces a los problemas del arte y la belleza. Las cuestiones estéticas se entrelazan en su pensamiento con las metafísicas y éticas, que influyen sobre las primeras. En sus textos, por primera vez, belleza y arte quedaron incluidos en un gran sistema filosófico, idealista, espiritualista y moralista.



La belleza no es solo sensorial.-


En El Banquete se refirió a la ‘BELLEZA’ y la alabó como algo por lo que merece la pena vivir, pero entendiéndola en el sentido amplio en el que la concebían los griegos y no solo referida a objetos materiales, sino también a materias psíquicas y sociales, caracteres y sistemas políticos, la virtud y la verdad. Es bello todo lo que causa admiración, no solo a los ojos o a los oídos: Platón manejaba un concepto de belleza muy amplio que abarcaba a la vez valores estéticos, cognitivos y morales, la justicia, las buenas costumbres, la ciencia, la virtud…


Si nos fijamos, esta idea de lo bello difiere muy poco del concepto de bien. Platón equipara la belleza a la verdad y la bondad, sin elevarla por encima de ellas.


En un diálogo de Hipias, el filósofo tomó en consideración cinco definiciones de lo bello: lo conveniente, lo útil, lo que sirve para lo bueno, lo que da placer a vista y oídos y la grata utilidad. En resumen, Platón acepta la definición de Sócrates de que lo bello es lo conveniente (lo apto para su fin) pero la somete a dos objeciones: según la primera, lo que es adecuado puede ser un medio para llegar a lo bueno, pero no constituye lo bueno en sí mismo, mientras que lo bello siempre es bueno, y según la segunda, entre los objetos, cuerpos y formas hermosos algunos los apreciamos por su utilidad, pero otros los valoramos en sí mismos, y a estos últimos la definición socrática se les queda corta.


Platón no aceptaba la idea, proveniente de los sofistas, de que lo bello sea lo que produce placer a los sentidos, porque para él dicho placer no puede ser el rasgo que defina la belleza, al existir placeres no vinculados a ella.


El filósofo pretendía alcanzar una interpretación objetiva de lo bello; no se interesaba por lo que se entendía comúnmente por belleza sino por lo que esta es en sí misma. El placer, fugaz, no sirve como prueba de una cualidad permanente como es la belleza, que no se limita a los objetos sensibles sino que es propiedad objetiva de las cosas bellas.


Para Platón, no todo lo que nos gusta es bello de verdad, a veces solo lo aparenta.






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