lunes, 26 de julio de 2021

FILOSOFÍA CLÁSICA - Por Miguel Mora

El mito del CARRO alado de Platón 



El mito del carro alado de Platón es una parábola para explicar las distintas partes del alma y las relaciones que guardan entre sí. Explicar qué es y cómo es el alma, dice Platón, es un tema muy arduo y complicado y requeriría una explicación muy larga y difícil de entender. Pero decir a qué se parece, ya es algo más sencillo y está al alcance de nuestras capacidades. Platón pretende construir una analogía para explicar cómo es el alma a través de una imagen, en este caso, del carro alado.


El alma se parece a un carro alado, tirado por dos caballos y dirigido por un auriga (el auriga es el que está en el carro para dirigir a los caballos); de los dos caballos hay uno que es blanco y hay uno que es negro. El caballo blanco es hermoso bueno y manso, el caballo negro en cambio es feo malo y difícil de controlar.


Los tres personajes, el auriga, el caballo negro y el blanco se corresponden cada uno con una de las tres partes del alma; el caballo negro es la parte mala que persigue los placeres inmediatos, representa nuestras pasiones irracionales que son tan difíciles de controlar, nuestros vicios. 


El caballo blanco en cambio es la parte buena que corresponde a nuestras pasiones racionales, un ejemplo de pasión racional es la indignación justa, cuando nos indignamos ante una injusticia, la diferencia entre el caballo negro y el caballo blanco es que el primero, el caballo negro, nos atonta y nos embrutece mientras que el segundo (nuestras pasiones racionales) nos da un exceso concreto a la realidad. El primero nos ciega, nos hace descarrilar mientras que el segundo nos ayuda a hacernos cargo de las cosas. ¿Cómo nos daríamos cuenta de una injusticia si no nos indignáramos ante ella? El auriga significa la razón, el que dirige todo.


Uno de los mensajes más claros de esta alegoría es que la razón tiene que dirigir el conjunto. A la razón le corresponde gobernar y llevar las riendas del carro; la cosa es que la razón no está sola en el alma sino que se encuentra con otras dos partes. Sin los dos caballos la razón no podría llevar el carro a ningún sitio, pero también debe de tener en cuenta que uno de los dos caballos es más difícil de controlar que el otro, planteada esta imagen el mito continúa.


La filosofía es precisamente la disciplina que nos permite ir más allá del mundo sensible y que nos permite ver en cada cosa un reflejo de esas ideas que son el objeto máximo de nuestro deseo. Necesitamos por lo tanto la filosofía pero también necesitamos la virtud, la virtud es lo que nos ayuda a controlar el cuerpo o a controlar nuestras pasiones irracionales, necesitamos controlarlo otra vez, domarlo. Si seguimos este camino al carro le volverán a crecer las alas y estaremos de este modo preparados para, en el momento de la muerte, echar vuelo y regresar a casa. 


En resumen, el alma es un carro que  tiene tres partes y su lugar propio, su hogar es el mundo de las ideas, en el mundo sensible sólo estamos de paso preparándonos para volver a casa y en esa preparación juega un papel insustituible la filosofía.


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