lunes, 19 de marzo de 2018

EDITORIAL

“Nos encanta Coatepec”, expresión recurrente entre quienes lo visitan y se sorprenden de sus maravillas, y es que su altitud, su clima, su entorno ambiental y fisionomía lo dotan de un potencial que no termina de detonar, que sigue en espera de políticas públicas adecuadas y de largo aliento, de una visión empresarial responsable y de participación ciudadana que lo impulsen y hagan florecer.

En contraste hay inercias que lo frenan, que lo atan y ponen en riesgo. Una buena parte de lo más representativo de su sociedad vive en un mundo de fantasía, añorando tiempo idos que no van a volver, en escaparates de apariencia, improductivos y perezosos, arrogantes en el recuerdo de glorias pasadas. De bonazas agrícolas agotadas.

El desarrollo inmobiliario es dinámico, pero anárquico, no existe un programa integral de desarrollo diseño con visión de futuro y acorde al tipo de ciudad y su vocación turística, pero lo que es más grave, se está ocasionado un daño irreversible al medio ambiente. La falta de respeto al marco legar es evidente y en ello tiene mucho que ver la actitud negligente cuando no cómplice de la autoridad. Es inadmisible que se otorguen autorizaciones para fraccionamientos sin que tengan resuelto el tema de tratamiento de sus aguas residuales, que se otorguen factibilidades de agua potable cuando no se cuentan con las fuentes de abastecimiento, o que se autorice su construcción sin que estén determinadas las áreas de equipamiento, y ya no se diga de las áreas verdes, solo por citar algunos ejemplos.

Lo anterior permite arribar a una conclusión preocupante: la autoridad no ha estado a la altura de su responsabilidad.

No marcha al compás que reclama la sociedad, no cuida a la ciudad ni a sus congregaciones, pareciera que viven en otro mundo y con otros intereses.

Para muestra, llama la atención que los últimos días se ha derribado muchos y enormes arboles de la especie nacaxtle en el municipio. La necesidad de los hombres de campo y la voracidad de otros, hacen una simbiosis muy peligrosa para el medio ambiente.

No alcanza la vida de una persona para ver a un árbol de esa majestuosidad destruido en un rato. ¿Cuánto gana por ello el dueño de la parcela? ¿Cuánto el aserrador? ¿Cuánto el empresario de la madera? ¿En realidad vale la pena?¿Existen permisos para la tala y si es así, quien lo otorgó y bajo qué criterios? ¿Lo sabe la Dirección de Ecología y Medio Ambiente? Si no, ¿qué hace?

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