domingo, 13 de mayo de 2018

DESDE LA FINCA - Por: El Cortador



Cosechas, rices y alas.- La algarabía de las fiestas de mayo se deja sentir en los jacales y en la finca. La gente de esta región cumple puntualmente con todas las festividades, aunque algunas de ellas ya se han ido perdiendo. Antes, durante todo el mes, las niñas llevaban flores a la virgen. El día de las madres, además de los festivales en las escuelas, había que ir al panteón a dejar flores y a misa con toda la familia. El campesino es creyente por cultura y fervoroso por convicción. Ahora se preparan para festejar al patrono de los agricultores: San Isidro Labrador. El viejo cortador curtido por los años y la labranza, da las indicaciones para lo que será la procesión con la imagen. Como los chiquillos otra vez no tendrán clases hasta el miércoles, los ponen a ayudar a adornar la yunta. Uno de los nietos le inquiere: “Abuelo, ¿Por qué festejamos al Santo?... Con la paciencia que solo da la sabiduría, consciente de que las nuevas generaciones se van alejando de las tradiciones, responde: “Muchas veces para hacer llevadera la vida de carencias y limitaciones, recurrimos a la fe. Pero la fe debe ir acompañada de acciones. La fe es un aliciente que nos llena de esperanza y optimismo, pero también hay que trabajar fuerte para que las cosas se den. Cada año se le pide a San Isidro que llueva más durante este temporal y eso nos haga tener más y mejores cosechas, pero también que el agua que caiga no sea demasiada para que no se eche a perder toda la siembra”. El festejo a San Isidro Labrador cautiva los sentidos, huele a humo, a dulce de calabaza, a panela fresca, a leña recién cortada, a caldo de pollo hirviendo, a tortillas calientes con salsa de molcajete, a tepache de piña, a café, a aguardiente de caña y a pólvora quemada. Son los campesinos los que ponen el alma y el corazón para celebrar a su santo patrón, a quien cada 15 de mayo con mucha fe le piden agua y una buena cosecha. El Viejo devoto continúa: “Con el tiempo van cambiando las costumbres, unas desaparecen y otras prevalecen. Antes, se llevaban a la iglesia ofrendas como semillas y frutas, para rodear al santo labrador con productos del campo, esta fiesta reúne también a campesinos de pueblos cercanos que vienen a la fiesta”. El nieto le pregunta si es también el Santo de los maestros, porque también el 15 es su día. “No, no. Es solo una coincidencia, a los maestros se les reconoce aparte. Ya que tocas el tema, también recuerdo a grandes profesores que influyeron en la formación de la gente buena del pueblo. No critico a los actuales pero las cosas también ahí han cambiado. Antes los profesores prácticamente vivían en las comunidades. Hacían el papel de psicólogos, asesores, médicos, mediadores y hasta de consejeros. Siempre hay maestros con vocación, entregados a su profesión, conscientes de que su labor es enseñar a los niños y prepararlos para la vida, son complemento de la educación familiar y motivadores del desarrollo. Un maestro toca la eternidad. Son constructores de puentes, derriban muros, cultivan sueños y cosechan futuro”. Y ya encarrerado en su perorata, el viejo zorro de los cafetales, con visible emoción prosigue como si declamara frente a cien maestros: “Docente educador, tú eres un grito de fe porque crees en el hombre; tu eres un grito de esperanza porque siembras lo que otros cosecharán; tu eres un testimonio de amor porque mueres un poco cada día para que otros vivan plenamente. No dejes de sembrarte en el surco del corazón humano, y volverás a ser pan en muchas mesas para vivir cuando ya no vivas”. Sin decir más, se dio la vuelta y se retiró diciendo: “Hay que felicitar a los maestros… Bueno será hasta el miércoles porque hicieron puente…”

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