martes, 25 de septiembre de 2018

DESDE EL AULA - Por: Prof. Julio Hernández Ramírez


Vamos integrando equipo.-

Creo en el trabajo colaborativo, me parece que cuando se trabaja de esa manera con un esfuerzo relativamente menor se obtienen mejores resultados. Trabajar en equipo significa que todos cumplen una tarea específica e importante dentro del conjunto con la mirada fija en el mismo objetivo, lo cual tiene la ventaja de que las debilidades de unos se compensan con las fortalezas de otros y así se generan interesantes áreas de oportunidad.

Cuando se jala parejo, cuando todos empujan con la misma emoción sin que nadie aparente hacer las cosas cuando en realidad solo se “hace guaje”, no hay tarea, por difícil que parezca, que no se pueda realizar. Sin duda el esfuerzo colaborativo se impone sobre el aislado y egoísta. El individuo más brillante palidece ante la eficacia de un auténtico trabajo en equipo.

Limita el carecer de una cultura del trabajo bajo esquemas de colaboración. No es fácil integrar un buen equipo, los protagonismos suelen trastocar los intentos de cooperación, hace daño la simulación y nunca falta quien quiera apropiarse de los resultados cuando son positivos, porque cuando no, eluden toda responsabilidad trasladando culpas a los otros. La intriga, la envidia, el comentario soltado con dolo dañan al conjunto y provocan un ambiente hostil que inhibe.

Sucede en todos los ámbitos, en el entorno de cada quien es posible encontrar ejemplos de proyectos que fracasan por la incapacidad de conformar un buen equipo. En mi pueblo se conformó un grupo que establecieron una granja de cerdos, otros construyeron viveros para el cultivo de jitomate, ambos con apoyos oficiales, terminaron en el fracaso porque siempre hay quien quiere sacar provecho de los demás. No hay capacidad de organización, por lo mismo no se establecen controles en la participación ni se fijan indicadores, mucho menos se hacen evaluaciones periódicas con instrumentos objetivos para que oportunamente se detecten falla y así se pueda tener en todo momento un diagnóstico sobre la evolución del proyecto, pero más que nada el fracaso tienen como causa principal la falta de cumplimiento en la tarea específica que a cada quien corresponde.

Es bonito cuando se jala parejo, que cuando alguien se está rezagando se le tiende la mano para que no se quede. Una palabra de aliento cuando el desánimo amenaza puede tener un efecto extraordinario, contrario a cuando se espera la oportunidad de que alguien caiga en el desencanto para descarrilarlo.

Se cumplen dos años de que ESPRESSO, Semanario para leer y disfrutar, irrumpe en la vida pública de Coatepec, surge por una decisión, por una convicción, por una palabra que expresa: “Vamos a hacerlo ya, queremos y podemos”, con una buena dosis de romanticismo pero también con idea y con proyecto.

Hoy, ESPRESSO se va consolidando, cumple con la delicada responsabilidad de informar, de generar opinión y de servir a la sociedad. Algunos de quienes le dieron impulso en el arranque ya no están, las razones pueden ser diversas, pudiera resultar pertinente recuperar en la memoria, alguna idea que marcó el origen. El éxito de un proyecto deviene directamente proporcional a la consolidación de un equipo.

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