martes, 25 de septiembre de 2018

DESDE LA FINCA - Por: El Cortador


Estaciones y tradiciones.- Las lluvias de septiembre son puntuales y abundantes por lo que dejan atrás los efectos de los calores de la canícula. El clima va cambiando pues reconoce su tiempo. Llega el otoño. Todos los libros caracterizan a esta estación porque las hojas de los árboles cambian de color y se caen. Sin embargo en esta región rica en humedad y calor, lo cierto es que no se nota tanto este fenómeno pues los árboles y los cafetales conservan el verde brillante en todas sus tonalidades y no coinciden con las fotos de los libros que las presentan marrones y dorados. Aquí todo sigue siendo verde intenso. Los campesinos, disfrutan las mañanas frescas y soleadas para avanzar en el jornal que consiste en mantener limpia la finca, podar, chapear, azadonear algunas melgas y preparar la finca para que cuando lleguen las cuadrillas de cortadores, esté sin maleza. “Abuelo, dijiste que nos ibas a hablar de San Jerónimo”, le recuerdan al viejo jerarca de las laderas, al mariscal de los jinicuiles, quien con circunspección, comenta: “Primero les voy a hablar de la víspera; de la verdadera fiesta que se vive en los barrios y asentamientos desde hace 316 años, cuando iniciaron la construcción de la parroquia que marca la fundación de San Jerónimo Coatepec, que los frailes utilizaron para la conquista espiritual. Ahí está el origen de los Arcos. Los arcos son estructuras de troncos y carrizos sobre las que se entreteje una decoración floral, que adornan las puertas de las iglesias en las fiestas patronales. Sus raíces están en la tradición prehispánica de construir enramados. Son la ofrenda floral del pueblo a su santo patrono”. Se remoja la garganta con un trago de agua de su calabazo y viendo la atención que generó, continúa: “hay que ir a Alchichica, a buscar ‘la flor’, planta que recibe el nombre de Soto, sierrilla o flor de cucharilla. En realidad no se trata de una flor, sino de las pencas de un pequeño agave llamado dasylirion acrotriche, la cual se combina con otras plantas, en particular con la flor del tencho, de un rojo intenso, bromelias que crecen sobre los árboles de los bosques aledaños. El blanco de la cucharilla y el rojo del tencho  son la base el color de los arcos: los colores de San Jerónimo, a quien se suele representar vestido con ropajes de cardenal. Se suman otras plantas, como la flor de platanillo, también roja, y pino, ciprés o bejuco aportan una nota verde. En el arco de San Jerónimo, mi compadre Huesca, el bisabuelo, fueron los mayordomos desde hace dos siglos. Los hacen por Los Carriles y no faltan los cuetes, la comida y el aguardiente. Ha ido cambiando ahora tiene motivos geométricos, florales, arquitectónicos o religiosos, siempre jugando con el contraste del blanco y el rojo, van tomando forma sobre los carrizos. Luego la ‘bajada’ es toda una tradición, ahí participa con fe hasta el compa más malandro, los más desgraciados y violentos, hacen una pausa y participan con fervor profundo, dejan a un lado su desmadre para venerar a su Santo. Ahora los tapetes o alfombras se acostumbran en las calles aunque es costumbre reciente llegada de Tlaxcala, pero ya se instaló. Por ahí pasará la procesión de ‘la bajada de los arcos’ con música, payasos, danzantes y coheteros, cuadrillas de hombres transportan en hombros las estructuras, que pesan más de una tonelada y miden hasta doce metros. Intenso esfuerzo suavizado a veces por la fina lluvia septembrina o, si no, por los vecinos, que arrojan agua sobre ellos. Son colocados en la fachada principal del templo como tributo de fe y de devoción”… Aunque todos conocen la fiesta, quedaron fascinados de tan bonito relato. Alguien pregunta ¿y del Santo, nos vas a platicar? Alejándose del grupo que estaba estupefacto, solo les alcanzó a decir: “La próxima. Ya me voy pa’ Los Carriles. Allá nos vemos”…

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