lunes, 3 de septiembre de 2018

DESDE LA FINCA - Por: El Cortador


Origen e historia.- Se acabó agosto y llega septiembre, mes de la patria, mes en que las lluvias se hacen más presentes porque el varano toma su recta final. La finca luce de un verde intenso que varía de tonalidades. Las matas están bien cargadas de café verde que ya casi en este mes se tornará en rojo y empezará la pepena. El estado de ánimo de los campesinos también florece, porque una vez que empiece el corte, la finca se llena de bullicio y alegría. Otro ciclo que la naturaleza concede. Ya se preparan las lonas y se remiendan los tenates. La ‘romana’ está presta para pesar la capacidad de las manos habilidosas. Entre el zumbar de los machetes que libera a la  mega de la hierba que con el calor y las lluvias crece rápidamente, uno de los campesinos le pregunta al barón de los cafetales, al viejo curtido por muchas canículas: “Oye abuelo, toda esta región muchos años ha vivido de la producción de café, pero muchos desconocemos su origen y su historia, cuéntanos como se descubrió este elixir de dioses”. Pareciera que el noble caballero de los montes esperaba que alguien le hiciera una pregunta, pues había permanecido circunspecto. Ni tardo ni perezoso, se acomodó el sombrero, dejó de lado el machete y luego de una ruidosa escupitada, se arranca: “No sabemos si es real o leyenda, pero la más aceptada acerca del descubrimiento de la bebida del café es la que hace referencia a un pastor llamado Kaldi alrededor del siglo VII. Se dice que Kaldi se dio cuenta del extraño comportamiento de sus cabras después de que habían comido la fruta y las hojas de cierto arbusto. Las cabras estaban saltando alrededor muy excitadas y llenas de energía. El arbusto del que Kaldi pensó que sus cabras habían comido tenía unas frutas parecidas a las cerezas. Entonces Kaldi decidió probarlas, y un rato después se sintió lleno de energía. Kaldi llevó algunos frutos y ramas de ese arbusto a un monasterio. Allí le contó al Abad la historia de las cabras y de cómo se había sentido después de haberlas comido. El Abad decidió hervir las ramas y las cerezas; el resultado fue una bebida muy amarga que tiró de inmediato al fuego. Cuando las cerezas cayeron en las brasas empezaron a quemarse, las semillas verdes que tenían en su interior produjeron un delicioso aroma que hicieron que el Abad pensara en hacer una bebida basada en el café tostado, y es así como la bebida del café nace. La nueva bebida adquirió gran popularidad y se extendió por todos los monasterios. Más adelante, el Cafeto  fue llevado a Arabia, convirtiéndose en una de las bebidas más populares entre los peregrinos que se dirigían a la Meca. Su popularidad llegaría por todo el mundo musulmán; y pronto el café se había extendido por Persia, Egipto, África Septentrional y Turquía, posteriormente a Europa y luego de la conquista llegó a América. Y a esta región en el año 1808, proveniente de Cuba”. Absortos con tan romántico relato, los campesinos sacaron sus propias conclusiones sobre la cadena productiva, desde la finca hasta la taza, siendo este producto pilar fundamental de la economía de la región. El viejo sabio se dio cuenta que todos habían dejado de chapear por escucharlo, por lo que nuevamente empezó a blandir el machete para cortar la hierba, pero a pesar del singular zumbido de la moruna rasurando la maleza, se le alcanzó a escuchar: “Como decía don Charles Maurice de Talleyrand: El café debe ser caliente como el infierno, negro como el diablo, puro como el ángel y dulce como el amor.”

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