Por cierto, el martes que me llamó Jessica Miranda, estuve a punto de decirle, cuando preguntó por mí, que no se encontraba la persona por la que preguntaba, y esto porque, de los bancos, es frecuente que marquen para ofrecer los servicios de tarjetas de crédito. Era para invitarme a una entrevista, les envié mis incidentes de montaña y algunas fotos, de verdad que es una maravilla, poder llegar a un estudio, los conductores ya conocían de mi modesto historial y las fotos las fueron presentando durante el transcurso de la entrevista.
Es bueno que alguien lo cuestione a uno de que se ha realizado. Dice Dale Carnegie, el genio de las relaciones humanas, “el tema favorito de todo ser, es uno mismo”. La autoestima se va hasta alturas. Me gustó mucho cuando me preguntaron de mi primera cumbre, que fue el Cofre de Perote, les comenté cuales fueron mis emociones; aunque era programa gravado, los nervios y el miedo existen, me solté hablando y recordando lo que sentí cuando vi nieve por vez primera en mi vida. El cansancio físico, que era una cuestión casi demoniaca, no podía dar un paso más, ya casi al llegar a la cumbre del Cofre.
El conductor me preguntó cuantos años tenia de haber subido, le conteste que casi 45 años, me hizo un comentario muy padre. Me dijo que la mirada y mi expresión al recordar el Cofre habían cambiado al volver a hablar de mi primera alta montaña. Fue una gran pregunta porque fue algo de lo que yo no me puedo dar cuenta.
La conductora también me hizo recordar, anécdotas importantes, como el volver a vivir el ruido infernal de las avalanchas por la noche, en el campamento base del Huayna Potosí de Bolivia. Les puedo garantizar que volví a sentir en mis oídos lo que parecía ser una locomotora deslizándose sin control por las laderas de esta montaña. Recuerdo que parecía ser la misma montaña desintegrándose en su caída. También recordé cómo en el interior de la tienda donde me encontraba, el dueño de la agencia, me decía angustiado, “Ramón hay que rezar, para que ninguna avalancha, se nos vaya a venir encima”.
Platiqué cómo fue que conocí al Dr. Ricardo Torres Nava, quien se convirtió, en mayo de 1989, en el primer mexicano y latinoamericano en la cumbre del Everest. Lo veía en televisión y mi sueño era conocerlo en persona, pedirle su firma y tomarme una foto con él. Era mi máximo anhelo, gracias a Dios y a las circunstancias, pero principalmente al medico xalapeño Mario Rizo Campomanes, cercano al internacional alpinista, pude conocerlo y escalar en su compañía. Tengo más 25 años de amistad estrecha con Ricardo.
Es verdad que recordar es volver a vivir, de manera dispersa, pero cuando volteamos hacia el pasado, nos damos cuenta de todo lo afortunados que somos. Otro tema que me gustó mucho fue, tener siempre la humildad, no es nada sencillo, para reconocer que siempre necesitamos de los demás. Nada en la vida es mérito absoluto de nadie. Coincidimos con los conductores, que al margen del esfuerzo, constancia y disciplina que todo ser pone en su quehacer, siempre necesitaremos del empujón, de conocer a personas con relaciones, de los mismos medios de comunicación, de quienes creen en uno y aunque no puedan apoyar de manera económica, lo hacen moralmente Todo hace falta y todo es importante. Jamás y nunca debemos decir que no le debemos nada a nadie. Por ejemplo, jamás hubiera podido estudiar una carrera universitaria sin el apoyo de mis padres. Gracias a mi papá, pude realizar mi primera salida a Ecuador, cuando ya había cancelado mi salida, por falta de recursos económicos.
____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________
No hay comentarios.:
Publicar un comentario