lunes, 29 de octubre de 2018

EDITORIAL

El día de muertos es una celebración mexicana de origen indígena en la que se honra a los difuntos y que se remonta a la época prehispánica. En la actualidad se celebra el día 2 de noviembre conjuntamente con el día 1° en que se celebran todos los santos en el calendario católico.

En muchas culturas se le teme a la muerte; en México festejamos la vida celebrando la muerte. La celebración se basa en disfrutar el recuerdo de nuestros seres queridos que han fallecido y traerlos a nuestras vidas al festejarlos. En todas las regiones de nuestro país se realizan festivales; las personas se disfrazan de calaveras y catrinas, se adornan tumbas y se elaboran ofrendas de flores y alimentos para recibir la visita de familiares y amistades que han muerto.

La UNESCO, en 2003, integró el Día de Muertos mexicano a la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, “ya que se trata una expresión tradicional-contemporánea y viviente; integradora, representativa y comunitaria”.

El Día de Muertos es una celebración única que tiene su origen en el sincretismo entre la celebración de rituales religiosos católicos, como el Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos, y la conmemoración de la muerte que los pueblos originarios realizaban desde hace más de 3 mil años. Las civilizaciones prehispánicas de nuestro país trasladaron la veneración de sus muertos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola.

El carácter pluricultural de México ha generado distintas expresiones populares de esta tradición que, tanto en la ciudad como en el campo, han sido transmitidas, de generación en generación, hasta nuestros días. Las fiestas de Día de Muertos también cumplen una función de identidad en las familias y las comunidades, pues contribuyen a reforzar la convivencia social de las mismas.

México es un país con una gran riqueza cultural, y la celebración del Día de Muertos es una fiesta emblemática, reconocida nacional e internacionalmente por su aportación folclórica al imaginario popular.

Esta fiesta es parte de la gran cultura que nos identifica como mexicanos. Por esto debemos estar orgullosos y participar en esta tradición, hacerla nuestra para  engrandecerla; pues un país sin tradición y cultura es un país sin identidad social.

En los Ayuntamientos, en los barrios y en las escuelas, así como diversas organizaciones, se preparan para ofrecer toda una variedad de eventos como callejoneadas, exposición de altares, desfiles de catrinas, carreras, etc. Disfrutémosla en familia y hagamos que esta bella tradición prevalezca.

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