El México de vereda.-
El distinguido personaje mexicano, Don Moisés Sáenz, sociólogo animado por la identificación de un problema lacerante, la desigualdad de la sociedad mexicana que en 1933 crecía empujada por el ferrocarril, en la ebullición del mestizaje; mientras otros, los indios, rezagados ‘per se’, se iban quedando fuera del progreso nacional.
A lo largo de cinco siglos de dominación española, muchos indios fueron asimilados, zambulléndose en el mestizaje y otros, manteniendo su identidad, se incorporaron a esa cosa que el supremo gobierno decía que era la patria.
Algunas tribus se resistieron al mestizaje y al progreso, reclamaban más bien su autonomía, basadas en su autenticidad originaria. Esa resistencia estuvo anclada a regiones improductivas, zonas geográficas de difícil acceso, selvas o sierras enormes. Allí fue donde subsistieron tribus, aisladas, lo cual, les dio permanencia hasta nuestros días.
Somos un país viejo, del nuevo mundo, pero viejo. Doscientos años de vida independiente, quinientos como colonia española y un horizonte cultural que se pierde en tiempos nebulosos.
El problema del subdesarrollo y lo que ha costado la fusión cultural única de México, tiene que ver con la transformación social, en la cual los indios van muy atrás. Los indios en México son el estandarte de la pobreza extrema, padecen del síndrome de privación social, ya sea por maligna marginación y abuso de que son objeto o por su resistencia al cambio y consciencia tribal.
El indigenismo es una asignatura pendiente para los gobiernos de México, es un problema estructural de difícil comprensión. En sí mismo exhibe la desigualdad social. Y por otra parte exige un tratamiento ‘especial’. De todos modos, los gobernantes siempre han querido aplicar políticas de obsequio para el bienestar social de estos grupos étnicos.
Ya contextualizados, vayamos al tema: Moisés Sáenz realizó importantes trabajos sobre indigenismo. Ayudó en la organización y llevó al cabo el primer Congreso Indigenista, reunido en Pátzcuaro, en 1940, donde fue nombrado director del Instituto Indigenista Interamericano.
Para entender este país como lo entendió Sáenz, voy a citar palabras dichas por él: “existen tres México: el México de asfalto y pavimento, el México de camino real y el México de vereda”.
Esta clasificación me parece harto ilustrativa. Ciudades, pueblos y rancherías. Lo cual me lleva a una reflexión fundamental (y obvia) todo ocurre en los asentamientos humanos; por ello es necesario dimensionar nuestras tesis socio demográficas de acuerdo a donde viven las personas. Siempre.
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