lunes, 8 de junio de 2020

DESDE EL AULA - Por: Prof. Julio Hernández Ramírez

En este mismo espacio me he ocupado del tema de la amistad. He sostenido que a diferencia de la familia que se da por fatalidad, a los amigos los eliges, los cultivas y, en el mejor de los casos, los conservas. He afirmado también que quien haga alarde de tener muchos amigos, miente; se puede tener muchos conocidos, muchos compañeros, muchos colegas; pero amigos, no son tantos.


Entre los míos cuento con uno a quien puedo hablar sin embustes, sin dobleces, posturas, conveniencias y sin hipocresías. Juntos hemos transitados en diferentes momentos. Juntos hemos luchado por hacer producir a la bendita tierra, juntos estudiamos, compartimos responsabilidades sindicales, juntos hemos afrontado consecuencias de nuestras decisiones y hemos abrazados proyectos como si estuviéramos en la flor de la juventud.


Hemos compartido largas charlas, ahora más de recuerdos y anécdotas pero, siempre con el ánimo de emprender cosas, de crecer. En la más reciente me tomó desprevenido su pregunta: ¿Cuál es tu anhelo hoy?... Dímelo tú le dije. Sin pensarlo mucho dijo: “Que Dios me conceda la virtud de ser un hombre sensato, critico pero justo, anhelo que mis juicios sean precedidos por una reflexión racional, libre de prejuicios ajenos, de filias y fobias, anhelo que mis palabras nunca hieran con dolo y que aprenda a guardad silencio cuando no tenga nada bueno que decir”.


La plática fue politemática hasta que fue decantando en una realidad actual desgarradora. Coincidimos en la apreciación de que priva el desencanto, la frustración; hay en la gente enojo, decepción, temor e incertidumbre, la esperanza se convirtió en estafa, la empatía en indiferencia y la humildad en arrogancia y soberbia. 


Volvimos a coincidir, la culpa es de quien tiene en sus manos las riendas del país. La reflexión abre paso a la duda y nos preguntamos si lo que realmente pasa es que eso quieren que pensemos, las corrientes opositoras que ven en riesgo sus intereses; y luego surge otra pregunta ¿y si resultara cierto que existen otros datos? Él tiene la respuesta, los datos en que confío son los que la realidad nos restriega en la conciencia, los que corroboran organismos autorizados, los que resisten los análisis y la confrontación.


Pensemos juntos que la pandemia vino a dar al traste con todo, pero termina con imponerse la idea que la pandemia constituye la excusa perfecta, el pretexto, la coartada, porque es mentira que “íbamos bien”, pues nadie en su cabalidad puede sostener tal afirmación cuando hay cero crecimiento económico, cuando existen pérdidas multimillonarias en Pemex, cuando el desempleo es ya una tragedia, cuando la inversión extranjera no se da por desconfianza, cuando proliferan presuntos actos de corrupción, cuando el peso se devalúa y el déficit en la balanza comercial alcanza niveles dramáticos, cuando la economía se desploma, cuando la confianza en el consumidor cae, cuando la sociedad se polariza, y cuando la narrativa oficial da contenido a un discurso de odio que confronta y divide, cuando se hace de la mentira una divisa de uso cotidiano.


Para terminar, nos preguntamos si nuestros representantes ante el Congreso de la Unión y en Local se sienten orgullosos del deterioro que se le viene causando al país. Sería interesante conocer su opinión.


Conviene no olvidar que la clave está en el 21.



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