lunes, 30 de noviembre de 2020

DESDE EL AULA PROFESOR JULIO HERNÁNDEZ RAMIREZ



En lo que va del sexenio se registran diez asesinatos diarios de mujeres en el país. La cifra es alarmante y preocupa el desinterés de los gobiernos ante un tema tan delicado que bien amerita ser calificado como de alta prioridad. Diversos colectivos se duelen de que sus gritos de reclamo se convierten apenas en susurros en el desierto por la indiferencia de un gobierno que una y otra vez asesta severos golpes a las mujeres a través de una política que elimina programas que las beneficiaban directamente, como era el de Guarderías, Prospera, Casas de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia, incluso el Seguro Popular.


La atención al fenómeno de la violencia de género resulta impostergable, pues si bien el índice de feminicidios es grave, los casos de violencia sin llegar a ese dramático desenlace, son exponenciales; algo debemos de hacer, en lo personal, como sociedad y gobierno.


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Coatepec es uno de los municipios más bonitos y emblemáticos de la identidad veracruzana. Se ubica en el punto justo de la templanza y sus microclimas son una maravilla. Sus posibilidades de desarrollo son grandes, pero ese ansiado desarrollo no se ha logrado detonar. Las causas pueden ser diversas y de distinto origen, aunque hay una que resulta fundamental: sus gobiernos en general, le han quedado chicos.


Inmersos en el contexto de un proceso electoral mediante el cual se renovarán, entre otras, las autoridades edilicias, debemos como ciudadanos responsables pensar en lo que le conviene a nuestro municipio. Considero que en las actuales circunstancias se requiere para encabezar al gobierno municipal, un perfil ciudadano, con capacidad técnica y solvencia ética que concite y armonice diferentes corrientes, pero sobre todo que tenga un proyecto para detonar el desarrollo y ordenar el crecimiento urbano, que contemple la atención a lo inmediato sin perder la visión del mediano y largo plazo.


Sería muy tóxico reciclar perfiles ya probados en su opacidad e ineficiencia, cuyas prácticas y omisiones resultaron contrarias a la buena administración y causaron gran daño.


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Circula en redes un video que bien retrata el perfil de un gobernante. Se mira al gobernador del Estado caminar por el parque mientras lo aborda un humilde vendedor de chocolates que le suplica le compre, aduciendo que la situación está muy difícil. El Gobernador en ningún momento se detiene, por el contrario parece apresurar el paso sin comprar nada al afligido ambulante. El cuadro sugiere insensibilidad, falta de empatía y lejanía con el pueblo.


Las comparaciones no siempre valen por las asimetrías y diferentes contextos que pueden presentarse, pero a veces son inevitables. La pregunta es oportuna: ¿Qué hubiera hecho por ejemplo, Fidel, ante semejante situación? Seguramente lo hubiera abrazado, jugado alguna broma, y por supuesto, comprado toda su mercancía. El buen oficio se impone.


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Hace algunas semanas apunté en este mismo espacio que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tenia la responsabilidad histórica de atemperar a golpes de jurisprudencia los excesos del ejecutivo y corregir la plana de un legislativo, que soslayando la obligación primaria de representar al pueblo, espera línea para legislar acrítica y dogmáticamente. La Suprema Corte hecha abajo la reforma electoral aprobada por la mayoría en el Congreso de Veracruz en abono a la legalidad y el Estado de derecho. El atraco queda al descubierto y sin efecto. ¿Quién dice que todo está perdido?.

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