lunes, 2 de agosto de 2021

Cuarto Acto - Por Alejandro García Rueda

Lo que cuesta entender de AMLO.-


Han pasado ya tres años desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador comenzó su mandato y se encuentra a tres de dejar el poder. Es ahora cuando debería lucir más desgastado, quizá más débil o agotado porque tiene que enfrentar resistencias políticas y económicas pero no lo ha hecho ¿por qué? Pese a los errores, las limitaciones o la falta de experiencia de algunos actores, el ambicioso plan de la Cuarta Transformación se mantiene en buena medida gracias al manejo de medios de información.


Las narrativas beligerantes y cargadas de descalificación hacia el gobierno actual se caen diariamente cuando, quien encabeza el poder ejecutivo, comienza su conferencia matinal, generando un contenido base del que se pueden extraer tantos fragmentos como sea posible para distribuirlos en distintas plataformas. 


Los medios retoman esos fragmentos y les dan un propósito pero AMLO está ahí, incluso cuando éstos se dicen atacados por la figura presidencial. La estrategia funciona porque se retoman los segmentos más llamativos, conocidos como highlights para ser distribuidos, por ejemplo, a través de las distintas redes sociales.


Su mensaje se fortalece al llegar a la mayor cantidad de personas y por eso su discurso en dirección opuesta a los excesos y abusos del pasado no se ha desvanecido. Evidentemente se habla de una industria que es compleja pero pongámoslo de la siguiente manera: Si usted fuera un experto en la edición de texto y tuviera un blog (o una página, porque son cosas distintas), en lugar de dedicar tiempo y esfuerzo a escribir pies de foto para Instagram, lo único que tendría que hacer sería seleccionar los fragmentos con más valor. Eso bastaría para hacer más redonda una publicación en Twitter, algún post en Facebook y así sucesivamente. 


A diario se comprueba cómo, en términos de credibilidad, los medios tradicionales van cayendo; la confianza que las audiencias estaban depositando en ellos ya no es la misma y la gran verdad que toca afrontar es que estos medios de información tampoco han entendido que ya no pueden defenderse cuando su legitimidad es mínima frente al poder de amplificación de un mensaje.


Podrá parecer anecdótico que AMLO viaje en avión comercial y clase turista, pero esa y muchas otras acciones en contra del uso indiscriminado del patrimonio público, dejan establecido un precedente en tantos canales cómo es posible, con formatos especiales para cada lugar.


Hay, dentro y fuera de los medios, quien cree que la única manera de organizar las publicaciones es partiendo de la grilla, quien resta valor a ciertos contenidos y privilegia la cantidad de post por encima de su calidad pero la administración del presidente López Obrador aprovecha al máximo el contenido que produce.


La mayor virtud de la comunicación del Jefe del Poder Ejecutivo es levantar un muro de simbolismos. López Obrador luce conservador y responsable en su trato con Estados Unidos, pero en su corbata lleva el águila republicana de Juárez, algo que le posiciona como ese líder que hace del nacionalismo y el orgullo patrio una bandera política; no se le ha visto expropiando propiedades privadas, pero sí brindando atención a ciertas problemáticas; el presidente fue acusado de “mandar al diablo las instituciones”, pero en la praxis se ha sometido a sus decisiones.


La estrategia para minar sus fuerzas parece no rendir frutos y hay un claro por qué: A sus detractores, lo que les cuesta entender, es que su contenido es orgánico, auténtico y valioso.




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