El buen salvaje, noble salvaje, o mito del buen salvaje, es común en la literatura y el pensamiento europeo de la Edad Moderna, que nace con el contacto con las poblaciones indígenas de América, África y, más tarde, Oceanía.
Este mito, aún hoy, forma parte del criterio de muchas personas sobre la relación entre los pueblos “civilizados” y los “primitivos”. La idea del ‘buen salvaje’ recoge la creencia de que los seres humanos, en su estado natural, son desinteresados, pacíficos y tranquilos, y que males como la codicia, la ansiedad y la violencia son producto de la civilización.
En 1755, Rousseau escribía: "Algunos se han apresurado a concluir que el hombre es naturalmente cruel y que hay necesidad de organización para dulcificarlo, cuando nada hay tan dulce como él en su estado primitivo, cuando la naturaleza lo ha colocado a igual distancia de la estupidez de los brutos y de las luces funestas del hombre civilizado”. Esta idea la expresa el mismo Rousseau en la frase “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”.
Hay que tener en cuenta que hasta el descubrimiento de América, para los intelectuales de la época los indios salvajes se observan, bajo las enseñanzas de Aristóteles en su obra Política, no siendo considerados más que “siervos por naturaleza”. El encuentro con el Nuevo Mundo supuso un campo de investigación antropológico con conclusiones filosóficas. Por tanto, los orígenes del mito del buen salvaje se sitúan en la España del siglo XV y no a partir de Nicolás Gueudeville, de Rousseau o del pensamiento francés revolucionario del siglo XVIII, como aparece en diversas obras.
La teoría del buen salvaje ha sido cuestionada por numerosos antropólogos y etnógrafos contemporáneos de prestigio. ¿Usted qué piensa? ¿Existe el bien y el mal antes de que nacieran las civilizaciones?
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