La suerte está echada.-
La expresión “La suerte está echada” se refiere a encontrarse en una situación complicada de la que no se puede volver atrás, solo seguir adelante. Se trata de una frase utilizada para describir aquellas situaciones donde hemos tomado una decisión definitiva con consecuencias irreversibles.
La frase “la suerte está echada” se le atribuye a Julio César que volviendo a Roma desde las Galias (Francia) debía atravesar el río Rubicón. Los romanos consideraban una provocación que las tropas de su ejército cruzaran el río en armas dirigiéndose a la ciudad. El río Rubicón representaba la frontera natural entre la nación romana y la de los galos.
Cuando Julio César decidió marchar con sus hombres a Roma para enfrentarse a la República dijo: “Alea jacta est”, lo que traducido al español significa “la suerte está echada”. Acto seguido marchó hacia Roma dando origen a esta famosa frase que se sigue utilizando en la actualidad. Se refiere a tomar una decisión importante que no tiene vuelta atrás. Hace referencia a seguir adelante al tomar una decisión definitiva a pesar de las posibles consecuencias.
El río Rubicón se encuentra al nordeste de Italia originándose en alguna parte de la provincia Forlí-Cesena. Este río desemboca en el mar Adriático y se caracteriza por ser corto y torrencial. Recibe su nombre a partir del color rubí que presenta el agua, producto de la zona arcillosa por la que discurre.
Marcaba el límite del poder del gobernador de las Galias y este no podía, sino ilegalmente, adentrarse en Italia con sus tropas. La noche del 11 al 12 de enero de 49 a. C., Julio César se detuvo un instante ante el Rubicón atormentado por las dudas: cruzarlo significaba cometer una ilegalidad, convertirse en criminal, enemigo de la República e iniciar la guerra civil.
El conflicto surgió a partir de que el Senado romano se negó a nombrar Cónsul a Julio César. Además, el Cónsul Pompeyo instigó al Senado para que ordenara a Julio César dejar el mando de sus tropas. A raíz de estos hechos, Julio César se decidió a marchar sobre Roma con la intención de derribar a Pompeyo. “Alea jacta est” (La suerte está echada).
La respuesta de Pompeyo ante el arrebato de César fue huir de Roma junto a un séquito de aristócratas y senadores.
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